Sinopsis

April Austin no lo ha tenido facil.
Su padre se fue, su madre es alcoholica y vive en un barrio con poco futuro. Sin embargo tiene a Charlie Power, su mejor amigos desde siempre, quien la apoya incondicionalmente.
Pero desde que él sale con Maggie Parker, April se ve en necesitad de un nuevo hombro donde poder descansar.
Entonces aparece Eric Taylor, el guapo y misterioso chico del salon de castigos.
Secretos de la desaparicion de su padre y lecciones de amor irán apareciendo en esta historia.
¿Podrá April vencer los temores de su pasado? ¿Podrá descubrir que sucedio la noche de su quinto cumpleaños? ¿Podrá creer nuevamente en el amor?


martes, 9 de octubre de 2012

Capitulo 31

(Lamento haberme atrasado con los capitulos, estuve de viaje sin internet!!!!!) prometo compensarlos!


Confusa.
Al despertar vi un techo blanco y unas paredes amarillas.
Estaba en una habitación de hotel.
La cama era grande y cómoda, aunque el colchón parecía viejo al igual que todo en ese lugar.
Había manchas de humedad en las paredes y pedazos de concreto caídos del techo.
El empapelado era viejísimo y los muebles también.
Tanteé mi cabeza, que dolía muchísimo, y sentí un tirón en mi antebrazo. Miré hacia el lugar de donde provenía y encontré una aguja clavada en mi piel, de ella salía un tubo transparente con un liquido dentro. Al final de éste, había una bolsa con suero que colgaba en una especie de perchero de metal.
Pero, si no estaba en un hospital, ¿Dónde me encontraba?
Figure en que estaba usando y me encontré con el pijama que había usado la noche que dormí en el cuarto de Eric ¿Qué estaba sucediendo?
La puerta se abrió y Maggie entro con una taza de té. Parecía cansada y tenía unas suaves ojeras bajo sus parpados. Nuevamente iba vestida de un modo sencillo, pantalones de gimnasia, una enorme camiseta fucsia y zapatillas poco estéticas. Parecía irreal, como un sueño.
-      ¿Cómo te sientes?-. preguntó, entregándome la taza.
-      Confusa, no sé qué sucede y… ¿Qué es esto?-. señale el suero conectado a mi sangre.
-      Te desmayaste y nos asustamos mucho-. Se sentó en una vieja y simple silla de madera junto a mi cama-. Fue costoso bajarte por la escalerilla y Eric estaba ciertamente muy nervioso, incluso quiso regresar al hospital.
-      ¿Por qué tengo esto?
-      Hum, dormiste todo un día y André tuvo que venir con Clarise de urgencia-. Respondió mientras me hacía señas para tomar el té, lo cual hice porque tenía mucha hambre-. Hace unas horas tuvo que ponerlo porque no respirabas bien o algo así…
Termine el té y Maggie salió del cuarto, dejándome sola una vez más.
Volví a dormirme, extrañamente me sentía exhausta. Me dolía todo el cuerpo y lo único que quería era que todo regresara a la normalidad, mi salud había empeorado seriamente desde que todo esto estaba en mi vida.
Cuando desperté, ya era de día y el suero ya no estaba.
¿Acaso tenia morfina o algo por el estilo? Hacía años que no dormía tantas horas sin interrupción.
Salí de la cama cubriéndome con una pequeña manta colocada en la punta de la misma. El piso estaba prácticamente gélido, pero con unas medias pude soportarlo.
El hotel o como se que se llamaba era una especie de casa de huéspedes. Mi pequeño cuarto no era más que una enorme habitación convertida en departamento. Una mínima cocina con mesa y tres sillas se descubrían al abrir la puerta de mi alcoba y, luego, había unas tres puertas más que conformaban otras dos habitaciones y un baño bastante básico.
Eric y André estaban tomando café, conversando en voz baja.
Un momento, ¿había llamado André a López? Si, estaba gravemente enferma.
Me senté junto a ellos en la silla que quedaba restante y, de pronto, dejaron de hablar, como si mi presencia incomodara. Eric sonrió al verme, pero era algo como consolación. Me tendió un poco de su taza de café y acepté, quería comer algo a toda costa.
-      Hum, ¿April?-. preguntó cuando di el primer sorbo de la taza-. ¿quieres comer algo? Digo, podríamos ir a un bar o algo.
-      Seguro…

En mi pequeñito cuarto me cambie tan rápido como fui capaz. Tenía tantas cosas que preguntar, tantos cabos sueltos que había pensado durante mi tiempo en cama. Todo había sido como un sueño en el que cada cosa que no tenía una explicación me estremecía.
Eric y yo caminamos hasta un bar parecido a aquel en el que habíamos cenado una vez. En el camino no habíamos hablado demasiado, no era necesario.
Él había tomado mi mano y yo no me había resistido, por alguna extraña razón no lo había hecho. Me asuste cuando, al cabo de una cuadra tomados de la mano, me soltó por su propia cuenta. Estuve a punto de preguntarle porque, pero él volvió con su mano alrededor de mi cintura y yo olvide cada mísera duda en mi ser. Nunca me había sentido así pero era lo más cercano al amor que sentía y me encantaba. Quería eso desde hacía mucho tiempo y nunca lo había aceptado.
Entramos en el bar y nos sentamos en un lugar pequeño y silencioso, aunque había poquísima gente allí. Apenas dos mesas mas ocupadas.
Esta vez él no se sentó frente a mí, acercó su silla ala mía y pasó su brazo detrás de mis hombros haciéndome sentir mejor.
La camarera nos sirvió rápidamente el único plato que preparaban ese día: sopa de calabaza. No era una gran fan, pero el hambre me superaba.
-      ¿Cuándo llegaron André y Clarise?-. pregunte, bebiendo mi vaso de agua.
-      Ayer por la noche, usaron un viejo auto escondido en la finca-. Metió un mechón de pelo detrás de mi oreja y besó mi frente, no entendía el porqué de su repentino cariño-. Me diste un gran susto.
Sonreí, sin saber que decir. Quería besarlo, tenía demasiadas ganas de besarlo. Sin embargo, me contuve esperando el momento justo.
-      April, necesito hablar contigo. Hay tantas cosas que intento explicarme a mí mismo desde que llegaste y poco a poco las entiendo pero…-. Se detuvo un minuto, el hambre se me había ido, lo único que quería era escucharlo-. Pregúntame lo que quieras, lo primero que venga a tu mente. Quiero ser completamente honesto contigo.
Dude un instante, no entendía como de repente se olvidaba todo lo que uno quería decir por culpa de una cara bonita.
Entonces comencé a pensar en los primeros días. Cuando estábamos castigados, cuando creía que todo era simple coincidencia y, en realidad, mis ojos eran casi completamente ciegos.
-      Hay algo que aun no comprendo, algo que necesito entender más que nada-. asintió para dejarme seguir con la pregunta-. … ¿cómo fue que nunca, nadie, supo que yo era la verdadera hija de Terry?
Eric se puso serio y comenzó a hablar.
Comprendí que todo eso lo podría haber deducido pero mi mente estaba tan saturada que apenas pensaba con claridad.
Me dijo que todo estaba planeado, mientras yo intentaba armar todas las piezas del rompecabezas. Ellos iban a protegerme contra todo y a toda costa, sin importar nada.
Hacía tiempo que tenían esto en mente, sabían que pasaría tarde o temprano. Yo era su única esperanza para destruir la fuente.
Se habían ocupado de vigilarme y asegurarse que nada sospechoso me pasara. No se habían acercado a mí para no levantar indicios de quien era.
-      Pero bueno, sabes que todo se complicó y tuvimos que acercarnos cuando Mazon se interesó  en la zona-. Dijo para concluir con la idea-. Teníamos que lograr involucrarte sin que nadie lo note.
Entonces varias luces se encendieron en mi mente. Las computadoras aquella vez en la sala de castigos, la página era falsa, creada por Mazon así como ahora me buscaba a mí. La idea era que yo me acercara a ellos, pero Eric lo había impedido amenazándome.
-      Eres más valiente de lo que pensábamos-. Me sonrió y lo vi como un alago, puesto que eso era todo lo contrario a lo que yo pensaba.
Sonreí y dejé que el siguiera hablando. Me ayudó a entender tantas cosas que yo aun intentaba encontrar. Por ejemplo, Robert no se involucró a la familia por mí. Lo que necesitaba era acercarse a la familia de Charlie (probablemente, una de las más cerradas del mundo); y bueno, yo era su mejor amiga y mi madre era… ¿fácil? De todos modos, la idea era clara.
Luego, las cosas salieron a la luz por un curso propio del destino.
Y, ¿alguien recuerda las amenazas constantes que yo recibía?
Jamás lo habría creído, pero todo era “culpa” de Maggie. Ella salía con Charlie. Mazon posaba sus ojos en él. Entonces, solo quedaban tres opciones: a) advertirle a Maggie con alguna amenaza y correr el riesgo de perderle el rastro nuevamente; b) amenazar a Charlie y perder el que, probablemente, se suponía que tendría el acceso directo a la fuente de la vida; y, la ultima, c) buscar una persona cercana a Charlie, real, realmente cercana a él. Esa persona era, por deducción obvia, yo.
-      Hum, ¿sabes?-. dije cuando recapitulé en todas las cosas ilegales que había pensado que Charlie realmente había hecho-. Maggie hizo un muy buen trabajo.
Eric solo sonrió, seguramente le parecía gracioso que yo pensara aquello.
-      Quiero decir, hubo momentos en que realmente quería asesinarlos-. Solté una carcajada, él también la dejo salir-. No entendía de donde provenía nuestra enemistad y, tampoco me preocupaba demasiado en buscar un origen-. Respiré y caí en la cuenta que aun había algo que no comprendía-. Es más, incluso ahora sigo sin entenderlo; ya sé la verdad, sé porque salía con Charlie… sé todo, menos eso.
-      Bueno…-. Lo mire con les cejas levantadas, ¿él sabía algo? Obviamente, le pedí que me dijera-. Se sintió amenazada en cierta forma… supongo.
“Ya, claro…” pensé al instante. Yo no era competencia alguna para Maggie. Y, ciertamente, ella tampoco lo era para mí. Éramos completas opuestas, tan pero tan distintas que ninguna de las dos pertenecía al mundo e la otra. Por esa misma causa, yo no sabía cómo actuar en ese mundo y ella no sabía cómo hacerlo en el mío. Una simple diferencia perfectamente definida.
Sin embargo, a medida que las palabras de Eric iban avanzando, yo me imaginaba el final. Aun así, no pude creerlo hasta que salieron de sus labios. Hasta que escuche aquella voz única y profunda, tan gruesa como nunca había oído, pronunciándolas.
-      Por ti April-. Por mi y solo por mi todo el plan peligraba-. Estuve a punto de dejarlo todo por ti.
Y así, damas y caballeros, fue como si de pronto un mundo nuevo apareciera justo frente a mis ojos.
Eric Taylor había aparecido en mi vida con un propósito claro e irremplazable. O eso creía.
-      Es extraño decir esto ¿sabes?-. sonreí de un modo tierno, viendo como sus mejillas se sonrojaban como jamás había visto-. Pero, poco a poco te conocía mejor y entendía que me gustaba estar contigo. André y Clarise no estaban de acuerdo al principio, es decir, ponía todo en un verdadero peligro.
-      Pero…-. Interrumpí, no podía esperar a llegar a lo que se suponía, era la parte positiva de todo eso.
-      Pero era algo que yo no podía controlar. Sé que me viste discutir con André, pues, era justo por eso-. Acaricie su cabello, creyendo que era el momento adecuado para eso. Lo cierto era que, jamás en mi vida había estado tan insegura de hacer algo-. Hum, Maggie me dijo que esto era una locura; André y Clarise no iban a obligarme a nada, pero ella era la que realmente me preocupaba. No podía romper mi promesa de destruir la fuente, y al mismo tiempo, no estaba seguro de arruinar tu vida con todo este tema. Es decir, estabas feliz antes y yo…
-      Es cierto, era normal-. Interrumpí antes que se siguiera auto castigando con palabras-. Pero no cambiaria esto por nada Eric, necesito vivir con emociones… es como si no pudiera evitarlo.
Entonces, sin más, volvió a basarme. Pero esta vez toda era tan distinto a las primeras veces. Esta vez yo no tenía lágrimas en mis ojos ni estaba molesta. Esta vez yo conocía todo, cada secreto que él escondía. Esta vez, yo devolví el beso y él devolvió el mío y así estuvimos. Tomando respiros y volviendo a rosar nuestros labios.
Sentía sus latidos del corazón. Su pelo, suave y algo enredado provocaba una sensación completamente indescriptible al pasar por mis dedos, haciéndome estremecerme.
Él sostenía mi mandíbula con su mano, suavemente y de una forma tierna. Jamás me habían besado de esa forma y esperaba que esa vez fuera única. Jamás habría alguien como Eric, él era único.
No comprendía que eran esas cosquillas en mi estomago. No entendía porque estaba tan nerviosa o porque mis mejillas enrojecían sin razón. Todo era algo cursi y ridículo al mismo tiempo, pero era la primera vez que lo cursi y ridículo me gustaba.
Podría haberme quedado allí por siempre. En aquel bar oscuro y sucio. En los brazos de Eric que me hablaba de cosas que no tenían importancia. Luego me dijo que él estaba tan nervioso como yo. Decir la palabra equivocada, hacer algo equivocado. Pero aquello no importaba, nada de lo que había sucedido en ese bar había sido equivocado.
-      April-. Me susurró en un oído, haciéndome hormigueos con su nariz en mi mejilla-. Debemos irnos.
Por primera vez en mucho tiempo, me sentía segura de dormirme allí. La ultima vea que lo había sentido había sido en casa de Charlie, el único lugar en el que me gustaba dormir.
Mis parpados estaban pesados y los brazos de Eric eran calientes, distintos al frio del exterior. Su pecho también era cómodo, su respiración, su voz, su todo.
-      Quedémonos-. Volví a susurrar en respuesta-. Por favor.
Y aunque él rió, ambos nos pusimos de pie, pagamos y salimos del lugar.
Teníamos que regresar al motel en el que nos quedábamos. Teníamos que planear la continuación de la búsqueda. Teníamos que planear el rescate de Charlie.
Caminamos abrazados hasta llegar a la puerta del residencial. Pero antes de entrar, aun había algo que no le había dicho, algo que no podía aguantar.
-      Eric, espera…-. Lo hice detenerse en medio del marco de la puerta de entrada-. Prométeme algo, necesito que lo hagas…
Me sentía insegura del futuro, con miedo a quedarme sola y no poder seguir adelante. En realidad, estaba asustada de lo que sentía. Era la primera vez que mis barreras estaban tan bajas y, aunque no quería volver a construir muros que nadie pudiese atravesar, si Eric me dejaba, en ese preciso momento podría haberme encerrado para siempre. De pronto, me asustaban mis emociones y eso no era normal en mí. Yo siempre tenía el control de lo que sentía.
-      Te prometería lo que sea, ¿sabes eso verdead?-. asentí, sonriente y tímida, por primera vez en años me sentía como una persona de mi edad, nerviosa de decir algo que me sucedía, con miedo al rechazo-. Dime.
-      Prométeme que estaré contigo-. Arqueó las cejas sin entender-. Prométeme que, al menos, estarás conmigo hasta el final. Yo no te dejare solo.
-      Lo prometo.
Y eso bastó para que regresara a mi edad mental correspondiente. Par a que los miedos se fueran.
Eric estaría conmigo y eso, simplemente, era suficiente.

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