Confusa.
Al despertar vi un techo blanco y unas paredes
amarillas.
Estaba en una habitación de hotel.
La cama era grande y cómoda, aunque el colchón
parecía viejo al igual que todo en ese lugar.
Había manchas de humedad en las paredes y
pedazos de concreto caídos del techo.
El empapelado era viejísimo y los muebles
también.
Tanteé mi cabeza, que dolía muchísimo, y sentí
un tirón en mi antebrazo. Miré hacia el lugar de donde provenía y encontré una
aguja clavada en mi piel, de ella salía un tubo transparente con un liquido
dentro. Al final de éste, había una bolsa con suero que colgaba en una especie
de perchero de metal.
Pero, si no estaba en un hospital, ¿Dónde me
encontraba?
Figure en que estaba usando y me encontré con
el pijama que había usado la noche que dormí en el cuarto de Eric ¿Qué estaba
sucediendo?
La puerta se abrió y Maggie entro con una taza
de té. Parecía cansada y tenía unas suaves ojeras bajo sus parpados. Nuevamente
iba vestida de un modo sencillo, pantalones de gimnasia, una enorme camiseta
fucsia y zapatillas poco estéticas. Parecía irreal, como un sueño.
-
¿Cómo te sientes?-. preguntó, entregándome la
taza.
-
Confusa, no sé qué sucede y… ¿Qué es esto?-.
señale el suero conectado a mi sangre.
-
Te desmayaste y nos asustamos mucho-. Se sentó
en una vieja y simple silla de madera junto a mi cama-. Fue costoso bajarte por
la escalerilla y Eric estaba ciertamente muy nervioso, incluso quiso regresar
al hospital.
-
¿Por qué tengo esto?
-
Hum, dormiste todo un día y André tuvo que
venir con Clarise de urgencia-. Respondió mientras me hacía señas para tomar el
té, lo cual hice porque tenía mucha hambre-. Hace unas horas tuvo que ponerlo
porque no respirabas bien o algo así…
Termine el té y Maggie salió del cuarto,
dejándome sola una vez más.
Volví a dormirme, extrañamente me sentía
exhausta. Me dolía todo el cuerpo y lo único que quería era que todo regresara
a la normalidad, mi salud había empeorado seriamente desde que todo esto estaba
en mi vida.
Cuando desperté, ya era de día y el suero ya no
estaba.
¿Acaso tenia morfina o algo por el estilo?
Hacía años que no dormía tantas horas sin interrupción.
Salí de la cama cubriéndome con una pequeña
manta colocada en la punta de la misma. El piso estaba prácticamente gélido,
pero con unas medias pude soportarlo.
El hotel o como se que se llamaba era una
especie de casa de huéspedes. Mi pequeño cuarto no era más que una enorme
habitación convertida en departamento. Una mínima cocina con mesa y tres sillas
se descubrían al abrir la puerta de mi alcoba y, luego, había unas tres puertas
más que conformaban otras dos habitaciones y un baño bastante básico.
Eric y André estaban tomando café, conversando
en voz baja.
Un momento, ¿había llamado André a López? Si,
estaba gravemente enferma.
Me senté junto a ellos en la silla que quedaba
restante y, de pronto, dejaron de hablar, como si mi presencia incomodara. Eric
sonrió al verme, pero era algo como consolación. Me tendió un poco de su taza
de café y acepté, quería comer algo a toda costa.
-
Hum, ¿April?-. preguntó cuando di el primer
sorbo de la taza-. ¿quieres comer algo? Digo, podríamos ir a un bar o algo.
-
Seguro…
En mi pequeñito cuarto me cambie tan rápido
como fui capaz. Tenía tantas cosas que preguntar, tantos cabos sueltos que
había pensado durante mi tiempo en cama. Todo había sido como un sueño en el
que cada cosa que no tenía una explicación me estremecía.
Eric y yo caminamos hasta un bar parecido a
aquel en el que habíamos cenado una vez. En el camino no habíamos hablado
demasiado, no era necesario.
Él había tomado mi mano y yo no me había
resistido, por alguna extraña razón no lo había hecho. Me asuste cuando, al
cabo de una cuadra tomados de la mano, me soltó por su propia cuenta. Estuve a
punto de preguntarle porque, pero él volvió con su mano alrededor de mi cintura
y yo olvide cada mísera duda en mi ser. Nunca me había sentido así pero era lo
más cercano al amor que sentía y me encantaba. Quería eso desde hacía mucho
tiempo y nunca lo había aceptado.
Entramos en el bar y nos sentamos en un lugar
pequeño y silencioso, aunque había poquísima gente allí. Apenas dos mesas mas
ocupadas.
Esta vez él no se sentó frente a mí, acercó su
silla ala mía y pasó su brazo detrás de mis hombros haciéndome sentir mejor.
La camarera nos sirvió rápidamente el único
plato que preparaban ese día: sopa de calabaza. No era una gran fan, pero el
hambre me superaba.
-
¿Cuándo llegaron André y Clarise?-. pregunte,
bebiendo mi vaso de agua.
-
Ayer por la noche, usaron un viejo auto
escondido en la finca-. Metió un mechón de pelo detrás de mi oreja y besó mi
frente, no entendía el porqué de su repentino cariño-. Me diste un gran susto.
Sonreí, sin saber que decir. Quería besarlo,
tenía demasiadas ganas de besarlo. Sin embargo, me contuve esperando el momento
justo.
-
April, necesito hablar contigo. Hay tantas
cosas que intento explicarme a mí mismo desde que llegaste y poco a poco las
entiendo pero…-. Se detuvo un minuto, el hambre se me había ido, lo único que
quería era escucharlo-. Pregúntame lo que quieras, lo primero que venga a tu
mente. Quiero ser completamente honesto contigo.
Dude un instante, no entendía como de repente
se olvidaba todo lo que uno quería decir por culpa de una cara bonita.
Entonces comencé a pensar en los primeros días.
Cuando estábamos castigados, cuando creía que todo era simple coincidencia y,
en realidad, mis ojos eran casi completamente ciegos.
-
Hay algo que aun no comprendo, algo que
necesito entender más que nada-. asintió para dejarme seguir con la pregunta-.
… ¿cómo fue que nunca, nadie, supo que yo era la verdadera hija de Terry?
Eric se puso serio y comenzó a hablar.
Comprendí que todo eso lo podría haber deducido
pero mi mente estaba tan saturada que apenas pensaba con claridad.
Me dijo que todo estaba planeado, mientras yo
intentaba armar todas las piezas del rompecabezas. Ellos iban a protegerme
contra todo y a toda costa, sin importar nada.
Hacía tiempo que tenían esto en mente, sabían
que pasaría tarde o temprano. Yo era su única esperanza para destruir la
fuente.
Se habían ocupado de vigilarme y asegurarse que
nada sospechoso me pasara. No se habían acercado a mí para no levantar indicios
de quien era.
-
Pero bueno, sabes que todo se complicó y
tuvimos que acercarnos cuando Mazon se interesó
en la zona-. Dijo para concluir con la idea-. Teníamos que lograr
involucrarte sin que nadie lo note.
Entonces varias luces se encendieron en mi
mente. Las computadoras aquella vez en la sala de castigos, la página era
falsa, creada por Mazon así como ahora me buscaba a mí. La idea era que yo me
acercara a ellos, pero Eric lo había impedido amenazándome.
-
Eres más valiente de lo que pensábamos-. Me
sonrió y lo vi como un alago, puesto que eso era todo lo contrario a lo que yo
pensaba.
Sonreí y dejé que el siguiera hablando. Me
ayudó a entender tantas cosas que yo aun intentaba encontrar. Por ejemplo,
Robert no se involucró a la familia por mí. Lo que necesitaba era acercarse a
la familia de Charlie (probablemente, una de las más cerradas del mundo); y
bueno, yo era su mejor amiga y mi madre era… ¿fácil? De todos modos, la idea
era clara.
Luego, las cosas salieron a la luz por un curso
propio del destino.
Y, ¿alguien recuerda las amenazas constantes
que yo recibía?
Jamás lo habría creído, pero todo era “culpa”
de Maggie. Ella salía con Charlie. Mazon posaba sus ojos en él. Entonces, solo
quedaban tres opciones: a) advertirle a Maggie con alguna amenaza y correr el
riesgo de perderle el rastro nuevamente; b) amenazar a Charlie y perder el que,
probablemente, se suponía que tendría el acceso directo a la fuente de la vida;
y, la ultima, c) buscar una persona cercana a Charlie, real, realmente cercana
a él. Esa persona era, por deducción obvia, yo.
-
Hum, ¿sabes?-. dije cuando recapitulé en todas
las cosas ilegales que había pensado que Charlie realmente había hecho-. Maggie
hizo un muy buen trabajo.
Eric solo sonrió, seguramente le parecía
gracioso que yo pensara aquello.
-
Quiero decir, hubo momentos en que realmente
quería asesinarlos-. Solté una carcajada, él también la dejo salir-. No
entendía de donde provenía nuestra enemistad y, tampoco me preocupaba demasiado
en buscar un origen-. Respiré y caí en la cuenta que aun había algo que no
comprendía-. Es más, incluso ahora sigo sin entenderlo; ya sé la verdad, sé
porque salía con Charlie… sé todo, menos eso.
-
Bueno…-. Lo mire con les cejas levantadas, ¿él
sabía algo? Obviamente, le pedí que me dijera-. Se sintió amenazada en cierta
forma… supongo.
“Ya, claro…” pensé al instante. Yo no era
competencia alguna para Maggie. Y, ciertamente, ella tampoco lo era para mí.
Éramos completas opuestas, tan pero tan distintas que ninguna de las dos
pertenecía al mundo e la otra. Por esa misma causa, yo no sabía cómo actuar en
ese mundo y ella no sabía cómo hacerlo en el mío. Una simple diferencia
perfectamente definida.
Sin embargo, a medida que las palabras de Eric
iban avanzando, yo me imaginaba el final. Aun así, no pude creerlo hasta que
salieron de sus labios. Hasta que escuche aquella voz única y profunda, tan
gruesa como nunca había oído, pronunciándolas.
-
Por ti April-. Por mi y solo por mi todo el
plan peligraba-. Estuve a punto de dejarlo todo por ti.
Y así, damas y caballeros, fue como si de
pronto un mundo nuevo apareciera justo frente a mis ojos.
Eric Taylor había aparecido en mi vida con un
propósito claro e irremplazable. O eso creía.
-
Es extraño decir esto ¿sabes?-. sonreí de un modo
tierno, viendo como sus mejillas se sonrojaban como jamás había visto-. Pero,
poco a poco te conocía mejor y entendía que me gustaba estar contigo. André y
Clarise no estaban de acuerdo al principio, es decir, ponía todo en un
verdadero peligro.
-
Pero…-. Interrumpí, no podía esperar a llegar a
lo que se suponía, era la parte positiva de todo eso.
-
Pero era algo que yo no podía controlar. Sé que
me viste discutir con André, pues, era justo por eso-. Acaricie su cabello,
creyendo que era el momento adecuado para eso. Lo cierto era que, jamás en mi
vida había estado tan insegura de hacer algo-. Hum, Maggie me dijo que esto era
una locura; André y Clarise no iban a obligarme a nada, pero ella era la que
realmente me preocupaba. No podía romper mi promesa de destruir la fuente, y al
mismo tiempo, no estaba seguro de arruinar tu vida con todo este tema. Es
decir, estabas feliz antes y yo…
-
Es cierto, era normal-. Interrumpí antes que se
siguiera auto castigando con palabras-. Pero no cambiaria esto por nada Eric,
necesito vivir con emociones… es como si no pudiera evitarlo.
Entonces, sin más, volvió a basarme. Pero esta
vez toda era tan distinto a las primeras veces. Esta vez yo no tenía lágrimas
en mis ojos ni estaba molesta. Esta vez yo conocía todo, cada secreto que él
escondía. Esta vez, yo devolví el beso y él devolvió el mío y así estuvimos.
Tomando respiros y volviendo a rosar nuestros labios.
Sentía sus latidos del corazón. Su pelo, suave
y algo enredado provocaba una sensación completamente indescriptible al pasar
por mis dedos, haciéndome estremecerme.
Él sostenía mi mandíbula con su mano,
suavemente y de una forma tierna. Jamás me habían besado de esa forma y
esperaba que esa vez fuera única. Jamás habría alguien como Eric, él era único.
No comprendía que eran esas cosquillas en mi
estomago. No entendía porque estaba tan nerviosa o porque mis mejillas
enrojecían sin razón. Todo era algo cursi y ridículo al mismo tiempo, pero era
la primera vez que lo cursi y ridículo me gustaba.
Podría haberme quedado allí por siempre. En
aquel bar oscuro y sucio. En los brazos de Eric que me hablaba de cosas que no
tenían importancia. Luego me dijo que él estaba tan nervioso como yo. Decir la
palabra equivocada, hacer algo equivocado. Pero aquello no importaba, nada de lo
que había sucedido en ese bar había sido equivocado.
-
April-. Me susurró en un oído, haciéndome
hormigueos con su nariz en mi mejilla-. Debemos irnos.
Por primera vez en mucho tiempo, me sentía
segura de dormirme allí. La ultima vea que lo había sentido había sido en casa
de Charlie, el único lugar en el que me gustaba dormir.
Mis parpados estaban pesados y los brazos de
Eric eran calientes, distintos al frio del exterior. Su pecho también era
cómodo, su respiración, su voz, su todo.
-
Quedémonos-. Volví a susurrar en respuesta-.
Por favor.
Y aunque él rió, ambos nos pusimos de pie,
pagamos y salimos del lugar.
Teníamos que regresar al motel en el que nos
quedábamos. Teníamos que planear la continuación de la búsqueda. Teníamos que
planear el rescate de Charlie.
Caminamos abrazados hasta llegar a la puerta
del residencial. Pero antes de entrar, aun había algo que no le había dicho,
algo que no podía aguantar.
-
Eric, espera…-. Lo hice detenerse en medio del
marco de la puerta de entrada-. Prométeme algo, necesito que lo hagas…
Me sentía insegura del futuro, con miedo a
quedarme sola y no poder seguir adelante. En realidad, estaba asustada de lo
que sentía. Era la primera vez que mis barreras estaban tan bajas y, aunque no
quería volver a construir muros que nadie pudiese atravesar, si Eric me dejaba,
en ese preciso momento podría haberme encerrado para siempre. De pronto, me
asustaban mis emociones y eso no era normal en mí. Yo siempre tenía el control
de lo que sentía.
-
Te prometería lo que sea, ¿sabes eso verdead?-.
asentí, sonriente y tímida, por primera vez en años me sentía como una persona
de mi edad, nerviosa de decir algo que me sucedía, con miedo al rechazo-. Dime.
-
Prométeme que estaré contigo-. Arqueó las cejas
sin entender-. Prométeme que, al menos, estarás conmigo hasta el final. Yo no
te dejare solo.
-
Lo prometo.
Y eso bastó para que regresara a mi edad mental
correspondiente. Par a que los miedos se fueran.
Eric estaría conmigo y eso, simplemente, era
suficiente.
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