La
mansión Parker.
Eric, Maggie y yo
continuamos caminando hasta que nos topamos con un muro de piedra y hierbas de
unos dos metros y medio.
Trepamos por ella y nos
aseguramos que nadie nos hubiese visto.
A lo lejos se veía una
pequeña caseta de jardinería. Maggie nos condujo a ella, intentando no activar
ningún tipo de alarma, puesto que André nos había advertido de la obsesión por
la seguridad de Mazon.
Maggie tomó un broche con
punta que estaba atado a su cabello y con eso forzó la cerradura de la caseta.
Los tres entramos y nos quedamos parados y en silencio unos instantes.
¿Estábamos seguros que eso
era lo que queríamos? Rescatar a Charlie significaba muchas cosas y todos éramos
consientes de ello. Aun así, eso era lo que yo quería y lo haría incluso si
fuese la única que quedara.
- Eric ayúdame-. Susurró Maggie intentando abrir una
escotilla en el suelo.
Eric se apartó de mi lado
y entre los dos dejaron un hueco en el piso de madera apenas suficientemente
grande para personas con nuestras contexturas físicas.
Primero fue Maggie y antes
de arrojarse al interior de aquel túnel, nos hizo una seña para que hiciéramos
silencio. Entonces, se me ocurrió que tal vez, había micrófonos. Tal vez, Mazon
sabía que estábamos allí. Tal vez, nos esperaban al final del camino.
Miré a Eric, deseando
poder abrazarlo, besarlo y que todo desapareciera pero él no me estaba mirando,
él estaba ocupado sosteniendo la puerta de la escotilla y se suponía, que yo también
tenía que estar concentrada.
Antes que pudiese darme
cuenta, Eric me estaba apresurando para que yo también entrara en el túnel
subterráneo. Eso hice, salté y me encontré en una completa oscuridad. Entonces
Maggie encendió la linterna.
- Oye chica, relájate un poco-. Miró mis manos que
sostenían fuertemente el aerosol químico que André me había dado-. No es como
si nos fuésemos a morir.
La miré seria. ¿Cómo podía
haber dicho eso?
- Lo siento, muy mal chiste-. Asentí-. Solo quería aligerar
el ambiente April.
Quise responder que
aquella había sido la peor manera de “aligerar el ambiente”, pero antes que
pudiese hacerlo, Eric saltó dentro del túnel y ambas nos dispusimos a caminar
con él detrás de nosotras.
- ¿Cómo es que conoces este lugar?-. dije deseando haberlo
hecho con un tono de voz más bajo puesto que en el túnel había muchísimo eco.
- Por aquí escape hace muchos años-. Respondió ella en un
susurro y yo me estremecí porque ahora, era casi seguro que Mazon conocía ese
atajo.
También quise que Eric me abrazara
en ese momento, pero supe que no era conveniente. El lugar era estrecho,
húmedo, oscuro y sentía que en cualquier momento saltarían montones y montones
de ratas a atacarnos desde huecos en las paredes. La humedad comenzaba a
hacerme alucinar.
Cuando Maggie se detuvo, me tendió la linterna a mí y me
indico que alumbrara la escalera que estaba frente a ella. Se parecía a las
escalerillas que unían los balcones de mi edificio en Hamilton Heights. Era de
hierro y estaba completamente oxidada, con un poco de moho y una especie de
baba que daba mucho asco.
Maggie subió primero y, cuando abrió la escotilla del
final de la escalera, yo le tendí la linterna a Eric y seguí sus pasos.
Cuando llegué a la superficie, intentando hacer caso
omiso a las sustancias que recubrían la escalerilla, me encontré en un lugar
oscuro y pequeño. Podía sentir el cuerpo de Maggie cerca del mío, sosteniendo
la escotilla para permitirle a Eric entrar en el cuarto.
- De acuerdo-. Dijo Maggie muy seriamente, poniendo los
vellos de mi brazo de punta-. Estamos en la casa. Síganme y no se alejen, tengan
los aerosoles y los teléfonos encendidos en todo momento y no los usen a menos
que sean completamente necesarios-. Asentí frenéticamente, Eric estaba
sosteniendo mi mano temblorosa. Me sentía mejor ahora que lo hacía-. Recuerden
que son nuestra única defensa y que no queremos enfrentamientos, solo
rescataremos a Charlie.
- ¿Qué tal si nos encontramos personalmente con Mazon?-.
pregunté titubeante, sin entender porqué no lo había mencionado antes.
- En ese caso no dejes que te atrape-. Dijo Maggie e,
increíblemente, una lágrima calló por su mejilla-. No importa lo que tengas que
hacer, él no puede poner sus manos sobre nosotros ¿de acuerdo?
Eso dejaba todo más que claro. Ahora, más que nunca, teníamos
que ser invisibles.
No sé bien que era lo que yo esperaba. Tal vez, una
mansión ultra oscura, con armaduras de caballeros decorando el ambiente y
espadas colgando de las paredes. Sin embargo, nada era así.
Las ventanas, las decoraciones, todo era de lo mas moderno
que podía ver. Las paredes eran blancas y negras, al igual que todo, a excepción
de unas flores en unos estantes colgando de los corredores, con un color rojo
intenso.
Las luces estaban encendidas, pero nadie parecía estar en
el lugar. Veía unas cámaras de seguridad en los costados de los corredores. Se
parecía al hotel en el que trabajaba Julianna, pocas veces lo había visitado y
me había sentido observada caminando en esos pasillos.
Maggie nos hizo señas que la sigamos mientras pasaba
rápidamente debajo de las cámaras, aunque era seguro que un milisegundo antes
nos habría visto alguien.
- Maggie, alguien va a vernos-. Murmuré detrás de ella-.
¿estás segura de esto?
- Tranquila, lo he hecho antes justo de igual manera-. Me
respondió, siguiendo por su camino-. Mazon adora su privacidad y la seguridad
solo está fuera de la casa, impidiendo el paso de nadie-. Asentí,
comprendiéndolo todo-. Pero claro, nadie contaba con el atajo que yo descubrí.
Por un instante, presumiendo lo que ella con tanto sacrificio
había encontrado, sentí que había vuelto
lo de siempre, con Maggie como diva.
Llegamos a la esquina del corredor y Maggie doblo a la
derecha. Ahora estábamos en una enorme habitación. En la izquierda había una
escalera con dos puertas a sus costados. Las paredes estaban repletas de
cuadros conocidos.
- ¿esto es un Picasso?-. preguntó Eric-. Parece original.
- Porque lo es-. Afirmó Maggie, dejándonos a nosotros dos
completamente asombrados.
Continuamos caminando, rodeando la sala, intentando
ignorar el hecho de que tal vez, sería la única vez en nuestras miserables
vidas, que veríamos un Picasso original tan de cerca.
Estábamos bajando unas escaleras, cuando oímos voces.
Solo hubo una que reconocí, era grave y por la expresión de Maggie, supe que
era la de Mazon.
Nos metimos en un baño. Observé a Eric y, aunque estaba
completamente consiente que aquel no era el lugar, deje escapar una sonrisa. Él
mi miró y sonrió también.
- ¿de casualidad no habrá una ventila aquí?-. Preguntó él
haciendo el tonto. Maggie nos miró frustrada y ambos volvimos a callarnos.
Aquel no era el momento.
Quedamos en silencio. Esperando que las voces pasaran,
pero allí seguían. Se habían quedado en la sala de los Picasso conversando.
Fue entonces, cuando reconocí la segunda voz: Rupert.
Un rencor interior me invadió, pero me obligue a
controlarme. Estábamos allí por Charlie.
Pasó media hora, hasta que pudimos entender algo de su
conversación.
- ¡Señor!-. grito alguien desde el otro lado del cuarto,
supongo que sería un empleado-. ¡intrusos Señor, intrusos!
Maggie, Eric y yo abrimos los ojos de par en par,
preocupados por lo que nos depararía todo esto.
- ¿pero qué…?-. preguntó Mazon mientras yo pegaba mi oreja
cada vez más a la puerta-. ¿Qué demonio…?
- En la entrada norte señor-. Volvió a informar el
empleado-. Hay dos, señor-. Miré a Maggie, y ella se veía casi tan infeliz como
yo.
“André…” la escuché murmurar, mirando el piso, mientras
sus ojos se humedecían.
Entonces pensé en Terry. ¿Qué me sucedería si algo
ocurría con él? ¿Aun podía ser mi padre?
- Vienen por el chico, Rupert-. Respondió Mazon calmado.
Lo oí caminar unos pocos pasos y detenerse cerca de
nuestra puerta.
Jamás, repito, jamás había sentido latir mi corazón tan
rápido. En solo dos segundos mi vida podría cambiar totalmente.
- Enciende todas las cámaras, no envíen seguridad-. Volvió
a decir Mazon, tan calmado como antes, seguro de sí mismo-. Esperaré a aquellos
dos yo mismo. André y Terry.
¿Cómo sabia que eran ellos? ¿Sabía que nosotros estábamos
allí? Tenía miedo y quería abrazar a Eric, pero él estaba lejos de mí.
Completamente sumergido en nuestra labor.
Maggie y yo nos inclinamos hacia el picaporte. Se mueve.
Alguien quiere entrar.
- ¡ya, ya, ya!-. susurra Maggie casi sin voz.
Los tres nos escondemos. Eric en la ducha, Maggie detrás
de la puerta (entre la pared y una estante de toallas), yo dentro de un
armario.
La puerta se abre y, los interminables segundos
siguientes se repiten en mi mente una y otra vez. Cada paso pareció coordinado,
como si una conexión mental se hubiese interpuesto entre nosotros tres. Como si
la desesperación nos hubiese obligado a leer lo que nuestros propios ojos
reflejaban.
Recuerdo haber visto por la rendija de la puerta del
armario, como Rupert se inclinaba para tomar una hebilla del pelo de Maggie que
había caído al piso.
Fue entonces, cuando empujé la puerta, golpeándolo
fuertemente para darles tiempo a Maggie y a Eric de escapar.
Rupert se quedo estupefacto mirándome, completamente
anonadado. Y yo, sin entender que hacer
y rompiendo al regla extrema de “cero violencia”, esquivé un golpe en el rosto, salté cuando
intentó trabar mies piernas y abofeteé su rostro con mi perfecto puño derecho.
Es que, no había ido a una escuela de “barbaros” para nada.
- ¡April!-. gritó Maggie desde fuera del baño.
Salí hacia el living y vi como una luz roja titilaba,
unas rejillas lisas y negras, completamente impenetrables, bajaban en los
amplios ventanales. Impidiendo la escapatoria de cualquier humano en la casa.
Comprendí como había escapado Maggie, ella había pasado por lo mismo, su única
salida había sido el túnel.
La encontré lanzándole aerosol a alguien. De repente
había cinco agentes intentando atraparnos y, por primera vez, los tres nos
dimos cuenta de lo que éramos capaces. Teníamos buenos reflejos, corríamos mas rápido,
golpeábamos fuertes y nos sentíamos vivos haciéndolo. Era una especie de
adrenalina producida por la fuente. Por nuestra sangre alterada genéticamente.
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