La fuente.
La habitación del motel seguía igual de
horrible que cuando la dejamos. Sin embargo, esta vez encontramos a López en la
pequeña mesa de lo que se suponía, era la cocina.
Pasé primero, mientras dejaba mi saco en una de
las sillas. Esperé el golpe de la puerta, sin prestar atención a nada más, pero
jamás llego.
Mire a Eric que iba detrás de mí y lo encontré
parado, completamente atónito, mirando a López de forma fija, hasta un punto
que incluso resultaba dramático.
Gire la vista, asustada de lo que podría
encontrar, pero al ver los papeles, la lupa y la pequeña portátil en la mesa.
López estaba allí, claro, pero su mirada era perdida y sus manos agarraban su
cabeza en una posición frustrada.
Pregunté qué sucedía. Nadie respondió.
Me senté junto a López, pero él apenas me miró.
Pregunte si algo había sucedido con Clarise o Maggie, pero tampoco sucedió
nada.
Sentí la mano de Eric haciendo presión en mi
hombro. Supe que eso quería decir que necesitaba hablar con López, pero no
pensaba hacerle caso. Quiero decir, yo era parte del equipo, entonces ¿Por qué nunca me decían nada?
-
April, por favor-. Me miró con ojos serios,
algo en su expresión había cambiado y algo en mi también. Siempre sucedía eso
¿Por qué?
-
No Eric, déjanos solos-. Dijo López al fin-.tenemos
que hablar.
Su mirada fue de sorpresa, igual que la mía.
Pero él no objetó en absoluto, asintió con la cabeza y se fue en una de las
puertas.
Un escalofrío me recorrió la espalda. Tenía que
ser algo serio, tal vez grave… tal vez sobre Charlie. Me quedé en la silla,
toqueteando mi brazalete, ese que Terry me había dado y que llevaba desde el
último día en mi departamento.
-
¿Qué sucede?-. pregunte, con todo mi valor.
Creo, que lo que más temía era algo sobre
Charlie. Pero él se tomaba su tiempo en responder y yo me impacientaba en cada
segundo.
Realmente pensaba que seria sobre Charlie. Pero
luego observé las cosas en la mesa y un cuadro de colores y letras extrañas en
la portátil.
Entonces, López me miró y sentí que había
lágrimas en aquellos arrugados ojos. Jamás lo había visto así, él era el hombre
inquebrantable que ahora parecía verdaderamente preocupado.
A un costado de la portátil, donde yo llegaba a
ver, López dejo a mi vista un pequeño frasco. Un líquido estaba dentro. Sangre.
Mi sangre.
Supe todo. Entendí porque estaba así, pero de
todas formas, necesitaba oírlo de él mismo.
-
Dilo-. Mis ojos ardían y las lágrimas de odio
hacia Terry me quemaban-. ¡Dilo!
-
April… escucha, no es lo que crees.
-
¿Qué no es lo que creo?-. me seque mis
mejillas, enderezándome en mi asiento-.
Dime que es entonces, ¿acaso estas negándolo?
-
No, claro que no-. Un silencio se hizo, estaba
a punto de salir corriendo de allí-. Tu, April, estas infestada.
Exacto. Infestada.
Sonaba tan… enfermizo. Parecía una especie de
locura. Yo era la fuente. Bueno, no toda, pero si una gran parte de ella. La
mayor.
Así que Terry se había ido, limpiándose las
manos completamente, y no lo digo solo literal, también figurativamente.
Me paré, enloquecida por completo, tire fuerte
de mi brazalete y lo aplaste con mis zapatillas contra el piso. No quería
aquello.
Tome mi abrigo y me encerré en mi cuarto.
La primera hora solo me recosté en mi cama.
Eric había golpeado varias veces, pidiendo que lo dejara entrar, pero yo no
podía hacer eso.
¿Cómo se suponía que terminaría todo? Yo quería
que él se quedara conmigo y, al mismo tiempo, era lo único que el necesitaba
para morir.
No me impedí llorar. Empapé mi almohada de
lágrimas, deseando poder ahogarme con ellas. Sin embargo era imposible.
Esa palabra, imposible, me parecía cada vez más
irreal. Una mentira gigante. Hacia un tiempo era imposible que la fuente de la
juventud existiera. Hacia un tiempo era imposible que alguien nos separara a
Charlie y a mí. Hacia un tiempo, era imposible que Pam terminara en una finca,
intentando recuperarse, y aun así, allí estaba. Ella se había quedado en la
estancia.
Cuando intenté dormirme y no pude, me senté
junto a una mísera y pequeña ventana en aquel cuarto. Fuera estaba nevando. No
faltaba mucho para las fiestas, un mes tal vez. El tiempo me parecía estúpido
desde esto había aparecido en mi vida.
Entonces, sola con mis pensamientos, un montón
de cosas aparecieron haciéndome ver la realidad, esa que había negado durante
tanto tiempo.
Yo no podía dormir, era una de las cosas que
más me costaba. Entendí que era la cantidad de energía, de vitalidad que
acumulaba dentro de mí. En lugar de eso, solo dormía cuando estaba con Charlie,
eso era sencillo; me sentía segura a su lado, segura que nada me sucedería en
un mundo como el nuestro.
También me gustaban los deportes, y eso fue
algo a lo que menos sentido le encontré, pero aun así era una causa. Cuando
hacia la misma rutina todos los días, la vitalidad desaparecía y, al hacer
deportes, regresaba a mí. Todo lo contrario a un humano normal, a quien el
deporte lo cansa.
A las personas normales, un clima específico
les marca el humor que tendría. El mío era el mismo todo el año, yo no
“discriminaba” en ese sentido. Cada día era un nuevo día de vida. Lo cual
sonaba algo presuntuoso, pero así era, yo era la vida. Significaba la vida
misma.
Y, allí entraba en juego mi salud. Jamás me
enfermaba, era vitalidad pura, sanidad pura. Pero estos últimos días, donde la
palabra “muerte” rondaba en mi vida en forma cercana, amenazando con Charlie o
Eric, dos de las personas más importantes para mí, sentía que un atentado a la
vitalidad, a la vida, se estaba llevando a cabo justo frente a mis ojos.
Haciéndome sentir vulnerable porque yo no sabía qué hacer si Charlie no estaba
en mi vida, y ahora, Eric también formaba parte de ella y daba miedo o terror
imaginarme sin él.
Por la noche, cuando la luna ya alumbraba el
cielo con poquísimas estrellas, alguien tocó la puerta.
-
¿puedo pasar?-. pregunto Maggie.
“Perfecto, lo que me faltaba” pensé. Sin embargo,
cuando estaba por pedirle que me dejara sola, ella entro en el cuarto como si
nada.
-
Hum… ¿Cómo te sientes?-. preguntó con un tono
distinto al que siempre había escuchado salir de su boca-. Sé que suena como si
el cielo se fuese a caer pero, créeme, no es tan grave. En realidad…
-
Maggie-. Interrumpí con aires secos, lo que
menos necesitaba era su opinión-. Aprecio esto pero no creo que… ya sabes, lo
necesite.
-
Por supuesto que lo necesitas April-. Se sentó
a mi lado, en el frio suelo de la habitación-. Necesitas la mayor cantidad de
gente que te quiera. No es sencillo, pero al menos no estás sola como nosotros
cuando nos enteramos que nuestra sangre estaba infectada.
Ella tenía razón. Eric no podía contarle a
alguien sobre su “milagrosa” recuperación y Maggie, bueno, a ella la torturaban
por estar infectada como si fuese un conejillo de indias.
Yo, en cambio, tenía a todos de mi lado. André,
Clarise, Maggie, Pam… Eric y Charlie.
Los dos últimos
nombres me hicieron temblar. Maggie se acercó y sentí como dudo cuando paso su
brazo por mis hombros. Era casi como un abrazo entre amigas. Nunca había tenido
una amiga y, ciertamente, me costaba sentirla como una.
- Hum, sé que apenas quieres escucharme y toda la cosa…-.
Se encogió de hombros intentando parecer indiferente, pero yo sabía por las
lagrimas asomando en sus ojos, que el tema no le daba ninguna indiferencia-.
pero sé cuanto extrañas a Charlie y cuan preocupada estas por esto de la fuente
y cómo influye en Eric… Hum-. Hizo una nueva pausa, aquello le costaba y,
aunque me gustaba verla tartamudear de tal forma, hice un gesto amable para que
se sintiera cómoda-. Y también sé que no le deseo tu posición a nadie y que no
me gustaría tenerla por nada del mundo.
- Maggie, ve al grano-. Sonreí para hacerla sentir menos nerviosa,
aquello claramente, era nuevo para ella.
- La cosa es que, lamento muchísimo no haber ayudado de la
forma correcta y haber intentado alejarlos a Charlie y a ti. Realmente, con
toda honestidad, siento que esto te suceda y que, en parte sea mi culpa… ya, lo
dije.
Ambas reímos. Algo que nos
hizo olvidar, por una milésima de segundo, nuestros problemas y, en esa
situación, era lo mejor que nos podía pasar aunque fuese por tan poco tiempo.
Nos quedamos en silencio,
sentadas, escuchando el barullo de Hamilton Heights y las palabras silenciosas
que intercambiaban André (de pronto no sonaba bien llamarlo López), Clarise y
Eric en la cocina.
- ¿April?-. preguntó ella luego de unos interminables
instantes en la oscuridad-. ¿tú crees que saldremos con la nuestra, cierto?
La miré extrañada.
Aquellas palabras habían sido tan intranquilas e inseguras que me costó
reconocer a Maggie puesto que no parecía ser la que yo creía conocer.
- Quiero decir, sé que tu harás lo correcto al final,
créeme cuando lo digo-. La miré, aun más extrañada que antes-. Siempre creí que
eras determinada y segura y, aunque no lo parezca ahora, tienes las agallas
suficientes para ser quien lleve lo que, tal vez, es la parte más peligrosa de
la fuente; muchos codician tu sangre y lo sabes…
Asentí, pero no porque yo
creyera en todo lo que Maggie había dicho; sino que sabía que muchos querían mi
sangre, tal como Mazon había extraído la de su propia nieta durante años,
dejándola débil pero con vida.
Entonces, sin más
preámbulos, ella se paró, me sonrió y salió del cuarto. Dejándome sola una vez
más.
Por la noche cené con
ellos unos macarrones con queso. Todos estábamos en silencio, cada uno con un
tema diferente en la mente. El mío, por más increíble que parezca, no era la
fuente ni lo mucho que el peligro me acechaba. Por lo contrario, por primera
vez tenía miedo de algo real y mágico.
Había visto a Eric durante
toda la cena y él me había sostenido la mirada a escondidas del resto, como si
fuese nuestro pequeño secreto aunque todos lo sabían. Por esa misma causa, por
primera vez me planteaba la inminente existencia de algo que no era odio o
cariño. Lo que sentía era mucho más fuerte y me asuntaba más que la fuente.
Amor.
NOOOOOOOOOOO, QUE LINDO Y QUE TRISTE LA VERDAD... OJALA TODO TERMINE BIEN, PERO HAY ALGO QUE ME DICE QUE NO SERA ASÍ :( BESOS Y LINDO CAPITULO!!!
ResponderEliminarJooooo, quiero saber que pasa, siguela ya jooo!!
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