Acción.
Como si todo estuviese
coreografiado, justo a medianoche, partimos.
Nos despedimos de Clarise
como si fuese la última vez que la veíamos. Lo cual era probable porque Mazon
tenía muchísima seguridad y nosotros no éramos precisamente agentes del FBI.
Eric, Maggie y yo,
probablemente, éramos los más nerviosos. Nos sentíamos culpables por ser los
que ocasionaban tantas molestias. Pero, sin duda, lo que más nerviosos nos
ponía eran las consecuencias de lo que sucediera esa noche. Si salíamos
victoriosos solo significaba una cosa: la destrucción de la fuente. Lo cual
para mi conllevaba inmediatamente a la muerte de Eric. Pero, si fallábamos,
también habría destrucción; André, Terry y Clarise morirían, dejándonos a Eric,
Maggie y a mí en manos de Mazon. Lo que significaba que la fuente sería
completamente suya.
Tenía mucho miedo.
Eric hizo lo de siempre.
Encendió una camioneta con los contactos del tablero y todos subimos luego de
silenciar la alarma.
André estaba al volante,
Terry como acompañante y nosotros tres por detrás, con migo al medio.
Eric había tomado mi mano
para tranquilizarme, sin saber que eso me hacía sentir peor fuese como fuese,
él no estaría conmigo luego de esa noche. Sentí su pulgar acariciándome y sus
apretones de mano para que yo supiese que no tenía que sentirme como me sentía,
pero no podía evitarlo. No creía poder soportar otra perdida en mi vida.
Mazon vivía en las afueras
de Nueva York, muy, muy en las afueras.
Su casa abarcaba
muchísimas hectáreas y Maggie sabia por cual entrar. La más alejada.
Seguimos de largo del
camino que conducía directo a la entrada, íbamos a rodear el perímetro.
La camioneta era completo
silencio salvo por el ruido del motor. Podía verme en el reflejo del vidrio,
esperado lo peor, con un rostro fantasmal.
¿Cómo alguien podía
haberse fijado en mí? Y, en ese caso, ¿por qué tenía que irse? Aun no sabía si
lo amaba, mi vida era una completa contradicción, pero si él se iba jamás lo
averiguaría.
Me odiaba. Odiaba ser como
era, porque tal vez, si yo hubiese sido mas como Maggie, Eric querría quedarse
conmigo y Charlie no se hubiese alejado de mí. Sin embargo, no era así; yo me
había construido aquellos muros de frialdad y ahora tendría que sufrir las
consecuencias porque, de eso se trata la vida. Actuar y ver lo que sucede.
La camioneta se detuvo en
medio de la nada. Había muchísimos arboles rodeándonos.
Todos bajamos, iríamos a
pie desde allí.
André había creado, con
cosas básicas hogareñas, unos aerosoles que podían hacer distintas reacciones
químicas.
Nos tendió una lata a cada
uno para defendernos si era necesario y, luego, encendimos los walkie-talkies.
Caminamos en fila, Maggie
delante de mí y Eric detrás. André y Terry dirigiendo al frente. Todo estaba
completamente oscuro, nosotros solo contábamos con una linterna llevada por
André para no perdernos puesto que el caso de todo era “ser invisibles”.
Cuando llegamos a una
especie de pasaje natural creado por animales salvajes, André se apartó del
grupo.
- Aquí quedo yo-. Dijo en voz baja, temiendo que alguien
podría estar escuchándonos-. Estaré en la camioneta esperándolos en caso que
algo suceda.
- Pero que…-. Murmuré yo igual de sorprendida que Eric y
Maggie.
- No puedes quedarte-. Dijo ella sin tanta precaución.
- ¿de qué hablas? ¿no vienes?-. se impaciento Eric
preocupado por aquel cambio de planes.
- Ya lo hemos decidido-. Intervino Terry, entonces supe que
todo estaba previamente predeterminado-. Solo ustedes tres llegaran a la casa,
yo me quedaré cerca de la entrada.
Una ola de nerviosismo me
invadió. Solo Maggie, Eric y yo entraríamos y, se suponía, que solo nosotros
tres debíamos salir con Charlie.
¿Qué si algo malo pasaba?
Yo no sabía qué hacer en ese tipo de situaciones.
- N…no… no pueden quedarse-. Tartamudeé, mis manos me
temblaban y no era de frio-. nosotros no
podremos solos.
- Es la única forma de crear precauciones-. Volvió a
intervenir Terry, aunque yo le había hablado directamente a André-. Ustedes son
los únicos que no morirán si los atacan, en cambio nosotros, solo crearíamos
problemas.
- ¿Por qué demonios se te ocurrió esta… mierda?-. grite a
Terry, refiriéndome a la maldita fuente que estaba arruinando mi vida.
Me apresuré a golpearlo,
pero Eric me sostuvo los hombros y Maggie se interpuso.
Mis ojos picaban y sentía
como se ponían colorados a conjunto con mis mejillas. Aquello era tan injusto.
¿Por qué no se había
inyectado la fuente él mismo? La respuesta era sencilla: el no era como Mazon y
la había creado para solucionar las vidas de las personas. Sin embargo, en
aquel momento de ira y odio verdadero, yo no lograba comprender aquello.
Abracé a López con todas
mis fuerzas. Tantos años odiándolo por ser mi profesor de matemáticas y ahora,
no quería dejarlo ir. Luego, Eric lo abrazó también. Se dijeron algunas cosas
al oído, algo así como palabras de aliento, algo que nos diera fuerzas a todos.
Comenzamos a caminar por
el pasaje nuevamente, yo sostenía con fuerzas el aerosol que André me había
dado. Tenía muchísimo miedo que alguien nos sorprendiera en medio de la
oscuridad.
Delante de mí estaba
Maggie, quien caminaba decidida y sin ningún titubeo. ¿Acaso yo era la única al
borde de un colapso nervioso?
Cuando nos dimos cuenta
que nos estábamos acercando, Terry le dio la linterna a Maggie, la única
persona que sabia por donde podíamos entrar.
Nos despedimos de mi padre
que se quedaría en esa zona esperando por señales. Se suponía que íbamos a
encontrarlo allí al salir.
Recuerdo haberlo visto
intentando abrazarme sin que yo lo dejara, pero luego mi mente bloqueó aquello,
permitiéndome concentrarme en lo que realmente estábamos haciendo. Saldríamos
con vida de aquello, saldríamos a salvo con Charlie junto a nosotros.
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