Sinopsis

April Austin no lo ha tenido facil.
Su padre se fue, su madre es alcoholica y vive en un barrio con poco futuro. Sin embargo tiene a Charlie Power, su mejor amigos desde siempre, quien la apoya incondicionalmente.
Pero desde que él sale con Maggie Parker, April se ve en necesitad de un nuevo hombro donde poder descansar.
Entonces aparece Eric Taylor, el guapo y misterioso chico del salon de castigos.
Secretos de la desaparicion de su padre y lecciones de amor irán apareciendo en esta historia.
¿Podrá April vencer los temores de su pasado? ¿Podrá descubrir que sucedio la noche de su quinto cumpleaños? ¿Podrá creer nuevamente en el amor?


domingo, 16 de septiembre de 2012

Capitulo 13


Otra perspectiva.
-      De acuerdo-. Termine rindiéndome ante la petición.
La camarera nos tendió una carta con todo el menú, pero no lo dudé ni un segundo, sabía que era lo que me antojaba: una rica hamburguesa con jamón y queso, obviamente no podía faltar, su ración de papas fritas. No podía negarlo, era una carnívora empedernida y no me importaba lo que pensaran, ante un plato de pasta bien completo y una hamburguesa, no me cabía ni una sola duda, la segunda opción siempre había sido una de mis comidas favoritas en el mundo, imposible de resistir sabiendo que yo había crecido en el país de la comida chatarra: Estados Unidos, donde los panchos, las hamburguesas, las papas fritas, los nachos con queso o, incluso, los burritos calientes eran muchísimo más codiciados que una buena cena de pavo para el día de gracias, sin mencionar que eran más fáciles de costear en un lugar como Hamilton Heights.
Eric, pidió lo mismo que yo, solo que con una hamburguesa doble. Parecía que ambos teníamos el mismo afán. Para terminar, al momento de pedir algo para beber, recordé algunas de nuestras salidas para comer fuera con Charlie, de pequeños siempre pedíamos malteadas para acompañar. Ahora, en cambio, me daban ganas de vomitar con solo pensar en comer queso seguido de un batido de chocolate. Puaj.
En su lugar, ambos pedimos una lata de cerveza para los dos, digamos que no queríamos beber demasiado.
Cuando la chica se fue, un silencio abrumador nos invadió; ninguno de los dos sabia que decir.
Él parecía seguro, con su mirada fija en un lugar. Tenía el pelo ligeramente alborotado, y las mejillas rosaditas. En su camiseta blanca se marcaban unas gotas de lluvia, pero quien no se fijara, no notaria que estaba mojada. Se había arremangado los puños hasta la altura de los codos y con los brazos puestos fijamente sobre la mesa, se notaban unas grandes y fuertes manos (y una cinta roja atada a la muñeca izquierda) y unos músculos más arriba, señal de un cuerpo cuidado sutilmente, mas deporte que gimnasio.
¿Por qué me había quedado pensando en esos insignificantes detalles? La verdad, no lo entendía.
Por alguna razón, me sentía insegura, como si toda mi personalidad se hubiese esfumado de repente. Miraba hacia todos lados, buscando algo que me llamara la atención, por lo menos hasta la llegada de la comida. Sin embargo, nada lo lograba.
No sabía cuál era su excusa para no hablar, pero yo estaba convencida de cuál era la mía: muchas preguntas.
¿Por dónde podía empezar? Por primera, segunda o, quizá, tercera vez (no me sucedía seguido por eso las veces se podían contar con los dedos de las manos), me había quedado sin palabras, me parecía extraño no saber por dónde comenzar; yo era una persona muy frontal, digamos que no me avergonzaba de lo que decía o de a quien se lo decía. Estaba segura de qué podía y debía hablar, y de que no. Pero las palabras, simplemente, no querían salir de mis labios.
Cuando quise comenzar, con lo primero que se me cruzó en la mente (más o menos servible), él habló también y ambos nos trabamos, regresando al silencio.
Momento incomodo.
-      Vamos-. Dijo Eric-. Habla.
Me gustaba su espontaneidad. Era todo lo contrario a Charlie; uno no lo pensaba dos veces y, como ya se había demostrado, era capaz de encerrarse en el baño sin pensarlo dos veces. En cambio, el otro, tardaba en abrirse pero cuando lo hacía, era alguien con corazón de oro, capaz de convertir su propio mundo en parte de tu vida diaria, tal cual me había sucedido a mí. El mundo de Charlie se había transformado en mi realidad, muchas veces logrando que mis problemas desaparecieran.
Ni siquiera sabía por qué los estaba comparando.
Eric se tiró sobre el respaldo de su silla y levanto los brazos colocando sus manos detrás de su nuca, esperando mi respuesta.
Me había quedado tildada, mirándolo, las palabras se habían ido nuevamente. Me sentía una completa tonta.
Volvió a poner sus manos sobre la mesa y comió un maní de esos que dejan para que uno pase el tiempo mientras espera la comida.
-      ¿por qué estabas en la oficina de Bulldog?-. terminó preguntando. Al diablo con lo que yo quería comentar, agradecí que me sacara de aquel trance en el que había caído.
-      Necesitaba ver algo-. Su rostro me demostraba que mis palabras no eran suficientes, claramente, él deseaba que fuera más especifica-. Buscaba información en mi archivo.
-      Tu padre-. No sonó a pregunta, más bien una aclaración, como si estuviese completamente seguro de lo que estaba afirmando.
Por fin, las palabras habían regresado y yo estaba lista para entablar la charla que había estado esperando. Había dado el pie preciso de entrada para aclarar las supuestas amenazas que me había dado unos días atrás.
-      ¿cómo lo sabes?-. pregunté, fingiendo no comprender.
-      No soy idiota April-. Se balanceó hacia el frente, más cerca de mí-. ¿acaso lo parezco?
-      No-. Dije firme, no quería sonar dubitativa, puesto que no lo estaba-. Tienes razón, quería saber algo sobre mi padre.
-      Bien, dime que pudiste averiguar entonces-. Regresó al respaldar de la silla y se cruzó de brazos, ansioso por mi explicación y una especie de curva en su boca, tal vez una sonrisa.
Entonces, dudé un poco. No creía que Eric fuese la persona indicada para hablar de algo así, apenas nos conocíamos. Hubiese preferido, no sé, conversarlo con Charlie. Sin embargo él no estaba allí, Eric sí; me estaba mirando, esperando mis palabras. De pronto, la presión fue demasiada y no puede evitarlo. Las palabras salieron sin previo aviso.
-      No mucho-. Me hice la indiferente, no era mucho lo que sabía ahora, pero al mismo tiempo, parecía ser una cantidad enorme de información-. ¿Qué te parece que mi madre me ha mentido casi toda la vida?
-      Me parece que apesta-. Bromeó, yo reí, de alguna manera, me estaba sintiendo un poco peor-. Te advertí que no siguieras buscando.
-      ¿a qué va todo esto?-. esta vez fui yo quien entrecerró los ojos en modo acusador y se balanceó hacia delante, tal vez quería ponerlo nervioso, tal como él había hecho conmigo-. Primero las “advertencias” del otro día, ahora estos tipos que nos siguen-. Se había puesto serio, lo tenía justo donde lo quería, sin escapatoria-. Esos no eran policías precisamente.
-      Creo que nos fuimos de tema-. Disimuló, era bueno con las palabras, pero yo nunca quedaba en último lugar.
-      Si, ya quisieras-. Regresé a mi principal objetivo-. Habla Eric, estamos en confianza ¿verdad?
Él no hablo. Tampoco titubeó, no mostro absolutamente ningún indicio que me diera una pista de sus sentimientos, algo que me hiciera saber si estaba a puto de mentir, si ya lo había hecho, si estaba incomodo o, incluso, si me creía una completa idiota por creer en todo lo que pasaba por mi mente en ese preciso momento.
-      Vamos, habla-. Me impacienté, normalmente tenía mucha paciencia pero él, nuevamente, era una excepción. No dejaría que nada se me escapara de las manos, tenía todo bajo control ahora.
-      De acuerdo-. Listo, la parte difícil había pasado, iba a cantar como un canario-. Tienes razón, no eran policías.
Sus palabras salían cuidadosamente, al igual que yo, él tenía un poco de información que podía decir y otra que no tanto. Tal vez, había algún problema de drogas o algo por el estilo pero, ciertamente, no lo veía como un narcotraficante parta ser honesta.
Fui escuchándolo detenidamente y descubrí que tenía razón. Aunque acababa de darme cuenta, esos hombres lo buscaban pero me dijo que el motivo no me ponía en peligro y era mejor que no lo supiera. La verdad, no me interesaba demasiado su vida personal, no obstante, de cualquier manera, le dije que era mejor si lo hablaba con alguien. Siempre se puede conseguir ayuda y eso que yo no era la mejor consejera del mundo.
-      No es que no aprecie la charla-. Dijo al final, cuando todo había salido parcialmente a la luz-. Pero puedo manejarlo.
-      Si claro, así te tienen corriendo por la ciudad- su rostro no mostro simpatía alguna, sería mejor si me mantenía al margen del tema.
-      Bueno, es tu turno-. Ahora el juego había cambiado de rumbo inesperadamente, era él quien me tenía entre la espada y la pared, sin escapatoria frente a la verdad-. Dime, no has terminado la historia de tu padre.
-      Tampoco me has explicado lo de las amenazas-. ¡touché!.
-      Lo siento si sonaron como amenazas-. mi escapatoria de la verdad lo había jodido-. Solo quería decir que no siempre encuentras lo que buscas, no todo es verdad y hay que saber diferenciar, no todo es lo que parece ¿comprendes?
-      Si-. No le había creído ni media frase, pero no quería seguir, sino llegaríamos a un punto que terminaría mal. En su lugar, me decidí a hablar, tal vez así, lograría que él se sincerara.
Entonces, justo cuando estaba por hablar, la camarera llego con nuestras hamburguesas, las papas fritas y una lata de cerveza.
Esperé para hablar, moría de hambre y, para seguir con el tema de la honestidad, tenía la esperanza que él se olvidara del asunto.
Comenzamos a comer, entre mordisco y mordisco, hacíamos alguna broma sobre el kétchup o la mayonesa. Comenzaba a disfrutar del momento en aquel lugar.
Eric había parado de hacer preguntas y yo también, supongo que ambos teníamos suficientes verdades reveladas. De cualquier manera, sabía que en otro momento volvería a preguntarme y, una voz en mi interior, decía que de un modo u otro yo regresaría a descubrir una nueva mentira y verdad sobre Eric. Digamos que aun tenía una semana y media más en el instituto, castigada, por lo tanto, tiempo había de sobra y me venía bien para sacarle información de Maggie y sus malditos trucos retorcidos de seducción.
Eric sacó su billetera del bolsillo de su pantalón de jean celeste, que bueno porque yo estaba completamente seca.
Salimos fuera, la situación era algo incomoda. No tenía muchas ganas que me acompañara a casa, quería tiempo a solas para pensar, pero ambos debíamos ir al mismo lado.
Recordé el momento que habíamos entrado en el bar, llovía y unos hombres nos seguían, ahora todo estaba más tranquilo. La lluvia había cesado, dejando todo mojado y un olor a humedad delicioso, ese que tanto me gustaba cada día que la ciudad estaba gris. Tampoco estaban los hombres que nos seguían, me hacia acordar mucho a ese tipo que me había enganchado saliendo del gimnasio de natación. Dudé en contárselo, pero parecía ser el mismo tipo de gente, tal vez él estuviera informado sobre el lio en el que Charlie estaba metido. No me animaba a preguntárselo. ¿Qué hacia?
-      Sabes-. Comenté, al final me había decidido, sería una buena forma de matar el silencio y mi casa no estaba muy alejada, la charla seria corta-. Hace unos días un hombre me captó saliendo de natación, en una cuadra cerca de aquí.
Eric levanto la vista, su expresión había cambiado repentinamente.
-      ¿de qué hablas?-. preguntó, parecía que estaba fingiendo no estar muy interesado-. ¿te hizo algo?
-      No realmente-. Respondí despreocupada, pero él no comprendió a qué me refería-. Pero si me habló de Charlie, algo sobre un “asunto” y sus relaciones.
-      Sé que Maggie no te agrada-. Rió, como si de pronto entendiera a qué me estaba refiriendo-. Pero no creo que sea para tanto.
-      No es eso, me preocupa-. No sabía cómo decirlo, Charlie era muy inteligente como para meterse en una especie de pandilla o algo así, la única opción que me quedaba era Maggie puesto que yo no estaba involucrada en nada más peligroso que mi relación con Pam, la cual resultaría mal si seguíamos por ese camino-. Verás, me amenazó o no realmente; el caso es que tengo miedo que él esté metido en algo raro, ¿comprendes? Quiero decir, tal vez ese hombre era socio o algo de los de esta tarde.
-      April, no es tan sencillo-. Me sentía avergonzada de mi ingenuidad, había pasado toda mi vida en Hamilton Heights y a pesar de tener un fuerte sentido de pertenencia allí, a veces me sentía completamente ajena al estilo de vida que se llevaba en el barrio-. Créeme cuando te dijo que Charlie y yo apenas hemos hablado, aun así, nunca lo he visto en nada raro. Tal vez sería mejor que te alejaras de este tipo de cosas.
Era cierto, si Charlie seguía con Maggie, era su decisión. Yo ya había demostrado cual era mi postura en el asunto. No obstante, era mi mejor amigo y me costaba mantenerme al margen.
-      Hablaré con él-. Dije, llegando a la esquina de casa-. Tal vez me diga algo.
-      Lo dudo, si no lo ha hecho aun…-. Dijo dubitativo, sin que yo lo dejara terminar.
-      No conoces a Charlie-. Aclaré-. Sé que si hablamos me lo dirá.
Nos paramos en la entrada al edificio, mientras otro incomodo silencio se establecía entre nosotros. Ya comenzaban a hacerse habituales.
-      Gracias por la cena-. Sonreí, la verdad era pésima en ese tipo de cosas; mis charlas con chicos apenas existían sin que fuera Charlie.
-      Cuando quieras-. El parecía completamente acostumbrado, guiñó un ojo en plan divertido-. Nos vemos mañana.
Comenzó a llover una vez más, mojándonos en apenas unos segundos, lo cual no hacia gran diferencia en el estado en que nos encontrábamos. Volvimos a reír ante nuestro aspecto y yo le tendí la sudadera que me había prestado, si iba a caminar, mejor que se abrigara.
-      Ten-.  Estiré mi mano con la prenda en ella-. No te enfermes.
-      Descuida, ya está completamente mojada-. Bromeó, escurriéndola y dejando caer unas pocas gotas-. Me la devuelves luego, tengo buena salud.
-      Gracias pero no queda con mi ropa-. Volví a seguir el juego-. No puedo llegar al instituto con algo como eso y ni hablar de andar por la calle.
-      No pareció molestarte hoy, ¿verdad?-. touché otra vez.
-      Lo soporté, ya bastante baja estaba mi reputación por correr desaforadamente por la calle contigo-. Saqué la lengua, hacía tiempo que no tonteaba o reía de esa manera.
-      Ouch, dolió-. Dramatizó sus palabras y golpeó suavemente mi brazo-. De acuerdo, me voy.
Imité su gesto, un suave puño en el brazo. Di media vuelta y entre por la puerta de vidrio con marco de madera.
Dentro, parada justo al pie de la escalera, mirando el paisaje (o, tal vez, escuchando mí despedida con Eric) estaba la señora Bennett.
La miré y noté un gesto de aprobación que realizo con su cabeza. Sin duda alguna, estaba espiando… como siempre.
Subí las escaleras hasta mi departamento. La señora Bennett estaba tras de mí, sus pasos resonaban en todo el edificio, como si le costara subir las escaleras.
Me ofrecí a ayudarla pero ella se negó, era obstinada y decía que podía hacerlo sola. La dejé siguiendo su camino sola cuando llegue a mi destino.
Abrí la puerta y encontré a Julianna durmiendo en el sofá. La televisión estaba encendida frente a ella y no había ninguna luz salvo la de la pantalla.
La desperté, seguramente se le había pasado el tiempo esperándome. Se sobresaltó al sentir mi mano sobre su brazo, intentando que reaccionara.
-      ¿Qué hora es?-. pregunto, apagando el televisor.
-      Tarde, acabo de llegar-. Respondí, tomando un vaso de agua de la cocina.
-      ¿Dónde estabas?-. no tenía muchas ganas de darle explicaciones.
-      Es complicado-. Su reacción no me gusto, tuve que aclarar las cosas-. Cené con un amigo luego del instituto.
-      Bueno, pues ¿Dónde está tu mochila?
Era cierto, la había dejado en el aula de castigos, junto a las cosas de Eric.
-      En mi casillero-. Mentí, no iba a comentar cada detalle.
-      Debiste avisarme.
-      Por favor Julianna-. Reproché, no era nadie para recriminarme nada-. ¿en verdad fingirás que te interesa justo ahora? No he hecho nada malo, salí del instituto y comí una hamburguesa con un compañero de castigo.
-      Me lo imaginaba-. ¿Qué quería decir? ¿ahora se iba a preocupar por mis relaciones públicas? Seguramente era una especie de broma.
-      ¿desde cuándo te importa? No sé si lo has notado, pero no hay mucha gente sin historial criminal en esta parte de la ciudad-. Dejé el vaso en la cocina y fui al living para verla personalmente a los ojos-. Además, seguramente te agradaría si lo conocieras.
Qué vergüenza, la charla parecía ser una de esas en que la supuesta “Julieta” les contaba a los Capuleto que estaba saliendo con un Montesco, puras cursilerías. Además, Eric y yo apenas éramos buenos compañeros de castigo.
-      No me vengas con un interrogatorio sobre su personalidad, hace años que salgo cuando quiero y regreso a la hora que se me antoja, llevo cuidándome sola desde que Pam descubrió ese afán suyo por la bebida.
Dejé a Julianna sola en el living, no pensaba ayudarla a dejar todo en condiciones antes de irse a dormir.
Lo único que faltaba, ya tenía dieciocho años y llevaba aparentándolos desde que tenía cinco, no era momento para ponerme un toque de queda.
Abrí la puerta de mi cuarto y, sobre mi cama, encontré a Pam durmiendo plácidamente.
¿Qué demonios era eso? Faltaba a la cena un día y ya me olvidaban. Llamé a julianna desde mi alcoba, esperaba una buena explicación. Mi cuarto era justo eso: mío. No pensaba compartirlo con nadie, era el único espacio en la casa en que me sentía segura de mi madre o mi abuela.
Julianna llego en poco tiempo, apurada antes que yo comenzara con mi dramatismo. Sé que suena algo exagerado, pero vivir con alguien como Pam era complicado y la odiaba por las cosas que me había hecho pasar. Luego de tanto tiempo, había aprendido a bloquearla de mi vida y, digamos que, en mi cuarto se encontraba prácticamente toda mi vida; mis recuerdos, mis cosas, incluso mis diarios de pequeña, estaban allí. Tenerla durmiendo en mi cama era como si, sin que me diera cuenta, ella hubiese pasado la barrera de alejamiento que yo ponía en nuestra relación, como si de pronto, a nadie le importaran mis sentimientos. Una de las pocas cosas en las que yo tenía completo control, ahora estaba usurpado por una mujer que había creado casi todos mis malos recuerdos.
-      Tranquila April-. Intento relajar la situación, pero no me importaba, no iba a ser cortés con Pam-. Llego hoy, sobria, peros se sentía mal y le dije que se recostara un rato antes que llegaras, luego el tiempo paso y yo también caí dormida… ahora aquí estamos.
-      Quiero que se vaya-. No me interesaba saber el estado en que había llegado, primero estaba el interrogatorio y ahora esto, definitivamente estaba desesperada por saber que había sucedido con Terry e irme.
-      Cariño, por favor-. Intervino-. Es tarde.
-      No me importa.
Camine hasta mi cama y, aunque no fue la mejor elección, saqué a Pam bruscamente, tomando su brazo para que quedara sentada sobre el colchón.
-      ¿Qué haces?-. pregunto al despertarse-. ¿estás loca?
-      Sal de mi cama-. Hable con frialdad, tenía que saber que no era una broma-. Vete.
-      Pero es tarde, no traje el auto y…
-      No es mi problema, es mi cuarto y quiero dormir.
-      Vamos hija, ten algo de razonabilidad-. Miró a julianna, buscando un poco de apoyo pero ambas sabían cómo era yo-. Estoy cansada y es tarde para irme caminando.
-      ¿¡que es tarde!?-. ahora si me había enojado-. No tienes la menor idea de cuantas veces has llegado a esta casa en un estado detestable y yo, aunque era tarde y estaba cansada, te ayude a sentirte mejor.
-      Actúas como una niña.
-      ¿no se te ha ocurrido que ya es tiempo que lo sea?-. grité, sentía que mi piel, al igual que mi sangre, hervían de rabia-. Quiero decir, llevo actuando como una adulta para sacarte de tus aprietos toda mi vida, ahora solo quiero estar en mi cuarto sola, vete.
-      Eres una inmadura-. Murmuro, saliendo de la habitación con Julianna caminando por detrás.
-      No vuelvas a llamarme hija, Pam-. Aclaré, suficientemente fuerte para que le quedara bien claro en su maldita mente perdida en el mundo-. Perdiste ese derecho hace mucho... ah, no te equivoques, soy mucho más madura de lo que tú nunca fuiste, ni serás.
Sé que me habrá maldecido en unos cuantos idiomas, pero no me importó. El día ya estaba siendo demasiado malo. Quise ir a ver caricaturas con Charlie, pero sabía que saldría a la luz la conversación que había tenido con Eric y, sinceramente, no me sentía con la capacidad de entablar un tema como ese en un momento así.
Me puse mi pijama y luego me recosté, cómodamente en mi cama. Obviamente antes, cambie las sabanas, no era racista, pero sentía que Pam llevaba el aroma al alcohol impregnado en su cuerpo, aun cuando estaba sobria.
Ahora sí, estaba lista para dormir. Sin embargo, no lo lograba por mucho que quisiera. Eran casi las tres de la mañana, y yo aun seguía despierta, intentando definir los ruidos de autos en el barrio. A veces, aparecían algunos sonidos que parecían ser disparos, pero yo tenía demasiadas cosas en mi mente como para asustarme.

2 comentarios:

  1. Holaaaaaa!!!!, me encantan todos los capítulos, pero sólo te he comentado en este para no perder el tiempo, escribes genial, la historia es genial, tu blog es genial, tu eres genial, todo es genial, espero el siguiente *-*

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  2. Muchas gracias! :D Ya estoy editandolo para publicarlo... besotes!

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