Otra perspectiva.
-
De acuerdo-. Termine rindiéndome ante la
petición.
La camarera nos tendió una carta con todo el
menú, pero no lo dudé ni un segundo, sabía que era lo que me antojaba: una rica
hamburguesa con jamón y queso, obviamente no podía faltar, su ración de papas
fritas. No podía negarlo, era una carnívora empedernida y no me importaba lo
que pensaran, ante un plato de pasta bien completo y una hamburguesa, no me
cabía ni una sola duda, la segunda opción siempre había sido una de mis comidas
favoritas en el mundo, imposible de resistir sabiendo que yo había crecido en
el país de la comida chatarra: Estados Unidos, donde los panchos, las
hamburguesas, las papas fritas, los nachos con queso o, incluso, los burritos
calientes eran muchísimo más codiciados que una buena cena de pavo para el día
de gracias, sin mencionar que eran más fáciles de costear en un lugar como
Hamilton Heights.
Eric, pidió lo mismo que yo, solo que con una
hamburguesa doble. Parecía que ambos teníamos el mismo afán. Para terminar, al
momento de pedir algo para beber, recordé algunas de nuestras salidas para
comer fuera con Charlie, de pequeños siempre pedíamos malteadas para acompañar.
Ahora, en cambio, me daban ganas de vomitar con solo pensar en comer queso
seguido de un batido de chocolate. Puaj.
En su lugar, ambos pedimos una lata de cerveza
para los dos, digamos que no queríamos beber demasiado.
Cuando la chica se fue, un silencio abrumador
nos invadió; ninguno de los dos sabia que decir.
Él parecía seguro, con su mirada fija en un
lugar. Tenía el pelo ligeramente alborotado, y las mejillas rosaditas. En su
camiseta blanca se marcaban unas gotas de lluvia, pero quien no se fijara, no
notaria que estaba mojada. Se había arremangado los puños hasta la altura de
los codos y con los brazos puestos fijamente sobre la mesa, se notaban unas
grandes y fuertes manos (y una cinta roja atada a la muñeca izquierda) y unos
músculos más arriba, señal de un cuerpo cuidado sutilmente, mas deporte que
gimnasio.
¿Por qué me había quedado pensando en esos
insignificantes detalles? La verdad, no lo entendía.
Por alguna razón, me sentía insegura, como si
toda mi personalidad se hubiese esfumado de repente. Miraba hacia todos lados,
buscando algo que me llamara la atención, por lo menos hasta la llegada de la
comida. Sin embargo, nada lo lograba.
No sabía cuál era su excusa para no hablar,
pero yo estaba convencida de cuál era la mía: muchas preguntas.
¿Por dónde podía empezar? Por primera, segunda
o, quizá, tercera vez (no me sucedía seguido por eso las veces se podían contar
con los dedos de las manos), me había quedado sin palabras, me parecía extraño
no saber por dónde comenzar; yo era una persona muy frontal, digamos que no me
avergonzaba de lo que decía o de a quien se lo decía. Estaba segura de qué
podía y debía hablar, y de que no. Pero las palabras, simplemente, no querían
salir de mis labios.
Cuando quise comenzar, con lo primero que se me
cruzó en la mente (más o menos servible), él habló también y ambos nos
trabamos, regresando al silencio.
Momento incomodo.
-
Vamos-. Dijo Eric-. Habla.
Me gustaba su espontaneidad. Era todo lo
contrario a Charlie; uno no lo pensaba dos veces y, como ya se había
demostrado, era capaz de encerrarse en el baño sin pensarlo dos veces. En
cambio, el otro, tardaba en abrirse pero cuando lo hacía, era alguien con
corazón de oro, capaz de convertir su propio mundo en parte de tu vida diaria,
tal cual me había sucedido a mí. El mundo de Charlie se había transformado en
mi realidad, muchas veces logrando que mis problemas desaparecieran.
Ni siquiera sabía por qué los estaba
comparando.
Eric se tiró sobre el respaldo de su silla y
levanto los brazos colocando sus manos detrás de su nuca, esperando mi
respuesta.
Me había quedado tildada, mirándolo, las
palabras se habían ido nuevamente. Me sentía una completa tonta.
Volvió a poner sus manos sobre la mesa y comió
un maní de esos que dejan para que uno pase el tiempo mientras espera la
comida.
-
¿por qué estabas en la oficina de Bulldog?-.
terminó preguntando. Al diablo con lo que yo quería comentar, agradecí que me
sacara de aquel trance en el que había caído.
-
Necesitaba ver algo-. Su rostro me demostraba
que mis palabras no eran suficientes, claramente, él deseaba que fuera más
especifica-. Buscaba información en mi archivo.
-
Tu padre-. No sonó a pregunta, más bien una
aclaración, como si estuviese completamente seguro de lo que estaba afirmando.
Por fin, las palabras habían regresado y yo
estaba lista para entablar la charla que había estado esperando. Había dado el
pie preciso de entrada para aclarar las supuestas amenazas que me había dado
unos días atrás.
-
¿cómo lo sabes?-. pregunté, fingiendo no
comprender.
-
No soy idiota April-. Se balanceó hacia el
frente, más cerca de mí-. ¿acaso lo parezco?
-
No-. Dije firme, no quería sonar dubitativa,
puesto que no lo estaba-. Tienes razón, quería saber algo sobre mi padre.
-
Bien, dime que pudiste averiguar entonces-.
Regresó al respaldar de la silla y se cruzó de brazos, ansioso por mi
explicación y una especie de curva en su boca, tal vez una sonrisa.
Entonces, dudé un poco. No creía que Eric fuese
la persona indicada para hablar de algo así, apenas nos conocíamos. Hubiese
preferido, no sé, conversarlo con Charlie. Sin embargo él no estaba allí, Eric
sí; me estaba mirando, esperando mis palabras. De pronto, la presión fue
demasiada y no puede evitarlo. Las palabras salieron sin previo aviso.
-
No mucho-. Me hice la indiferente, no era mucho
lo que sabía ahora, pero al mismo tiempo, parecía ser una cantidad enorme de
información-. ¿Qué te parece que mi madre me ha mentido casi toda la vida?
-
Me parece que apesta-. Bromeó, yo reí, de
alguna manera, me estaba sintiendo un poco peor-. Te advertí que no siguieras
buscando.
-
¿a qué va todo esto?-. esta vez fui yo quien
entrecerró los ojos en modo acusador y se balanceó hacia delante, tal vez quería
ponerlo nervioso, tal como él había hecho conmigo-. Primero las “advertencias”
del otro día, ahora estos tipos que nos siguen-. Se había puesto serio, lo
tenía justo donde lo quería, sin escapatoria-. Esos no eran policías
precisamente.
-
Creo que nos fuimos de tema-. Disimuló, era
bueno con las palabras, pero yo nunca quedaba en último lugar.
-
Si, ya quisieras-. Regresé a mi principal
objetivo-. Habla Eric, estamos en confianza ¿verdad?
Él no hablo. Tampoco titubeó, no mostro
absolutamente ningún indicio que me diera una pista de sus sentimientos, algo
que me hiciera saber si estaba a puto de mentir, si ya lo había hecho, si
estaba incomodo o, incluso, si me creía una completa idiota por creer en todo
lo que pasaba por mi mente en ese preciso momento.
-
Vamos, habla-. Me impacienté, normalmente tenía
mucha paciencia pero él, nuevamente, era una excepción. No dejaría que nada se
me escapara de las manos, tenía todo bajo control ahora.
-
De acuerdo-. Listo, la parte difícil había
pasado, iba a cantar como un canario-. Tienes razón, no eran policías.
Sus palabras salían cuidadosamente, al igual
que yo, él tenía un poco de información que podía decir y otra que no tanto.
Tal vez, había algún problema de drogas o algo por el estilo pero, ciertamente,
no lo veía como un narcotraficante parta ser honesta.
Fui escuchándolo detenidamente y descubrí que tenía
razón. Aunque acababa de darme cuenta, esos hombres lo buscaban pero me dijo
que el motivo no me ponía en peligro y era mejor que no lo supiera. La verdad,
no me interesaba demasiado su vida personal, no obstante, de cualquier manera,
le dije que era mejor si lo hablaba con alguien. Siempre se puede conseguir
ayuda y eso que yo no era la mejor consejera del mundo.
-
No es que no aprecie la charla-. Dijo al final,
cuando todo había salido parcialmente a la luz-. Pero puedo manejarlo.
-
Si claro, así te tienen corriendo por la
ciudad- su rostro no mostro simpatía alguna, sería mejor si me mantenía al
margen del tema.
-
Bueno, es tu turno-. Ahora el juego había
cambiado de rumbo inesperadamente, era él quien me tenía entre la espada y la
pared, sin escapatoria frente a la verdad-. Dime, no has terminado la historia
de tu padre.
-
Tampoco me has explicado lo de las amenazas-.
¡touché!.
-
Lo siento si sonaron como amenazas-. mi escapatoria
de la verdad lo había jodido-. Solo quería decir que no siempre encuentras lo
que buscas, no todo es verdad y hay que saber diferenciar, no todo es lo que
parece ¿comprendes?
-
Si-. No le había creído ni media frase, pero no
quería seguir, sino llegaríamos a un punto que terminaría mal. En su lugar, me
decidí a hablar, tal vez así, lograría que él se sincerara.
Entonces, justo cuando estaba por hablar, la
camarera llego con nuestras hamburguesas, las papas fritas y una lata de
cerveza.
Esperé para hablar, moría de hambre y, para
seguir con el tema de la honestidad, tenía la esperanza que él se olvidara del
asunto.
Comenzamos a comer, entre mordisco y mordisco,
hacíamos alguna broma sobre el kétchup o la mayonesa. Comenzaba a disfrutar del
momento en aquel lugar.
Eric había parado de hacer preguntas y yo
también, supongo que ambos teníamos suficientes verdades reveladas. De
cualquier manera, sabía que en otro momento volvería a preguntarme y, una voz
en mi interior, decía que de un modo u otro yo regresaría a descubrir una nueva
mentira y verdad sobre Eric. Digamos que aun tenía una semana y media más en el
instituto, castigada, por lo tanto, tiempo había de sobra y me venía bien para
sacarle información de Maggie y sus malditos trucos retorcidos de seducción.
Eric sacó su billetera del bolsillo de su
pantalón de jean celeste, que bueno porque yo estaba completamente seca.
Salimos fuera, la situación era algo incomoda.
No tenía muchas ganas que me acompañara a casa, quería tiempo a solas para
pensar, pero ambos debíamos ir al mismo lado.
Recordé el momento que habíamos entrado en el
bar, llovía y unos hombres nos seguían, ahora todo estaba más tranquilo. La
lluvia había cesado, dejando todo mojado y un olor a humedad delicioso, ese que
tanto me gustaba cada día que la ciudad estaba gris. Tampoco estaban los
hombres que nos seguían, me hacia acordar mucho a ese tipo que me había
enganchado saliendo del gimnasio de natación. Dudé en contárselo, pero parecía
ser el mismo tipo de gente, tal vez él estuviera informado sobre el lio en el
que Charlie estaba metido. No me animaba a preguntárselo. ¿Qué hacia?
-
Sabes-. Comenté, al final me había decidido, sería
una buena forma de matar el silencio y mi casa no estaba muy alejada, la charla
seria corta-. Hace unos días un hombre me captó saliendo de natación, en una
cuadra cerca de aquí.
Eric levanto la vista, su expresión había
cambiado repentinamente.
-
¿de qué hablas?-. preguntó, parecía que estaba
fingiendo no estar muy interesado-. ¿te hizo algo?
-
No realmente-. Respondí despreocupada, pero él
no comprendió a qué me refería-. Pero si me habló de Charlie, algo sobre un
“asunto” y sus relaciones.
-
Sé que Maggie no te agrada-. Rió, como si de
pronto entendiera a qué me estaba refiriendo-. Pero no creo que sea para tanto.
-
No es eso, me preocupa-. No sabía cómo decirlo,
Charlie era muy inteligente como para meterse en una especie de pandilla o algo
así, la única opción que me quedaba era Maggie puesto que yo no estaba
involucrada en nada más peligroso que mi relación con Pam, la cual resultaría
mal si seguíamos por ese camino-. Verás, me amenazó o no realmente; el caso es
que tengo miedo que él esté metido en algo raro, ¿comprendes? Quiero decir, tal
vez ese hombre era socio o algo de los de esta tarde.
-
April, no es tan sencillo-. Me sentía
avergonzada de mi ingenuidad, había pasado toda mi vida en Hamilton Heights y a
pesar de tener un fuerte sentido de pertenencia allí, a veces me sentía
completamente ajena al estilo de vida que se llevaba en el barrio-. Créeme
cuando te dijo que Charlie y yo apenas hemos hablado, aun así, nunca lo he
visto en nada raro. Tal vez sería mejor que te alejaras de este tipo de cosas.
Era cierto, si Charlie seguía con Maggie, era
su decisión. Yo ya había demostrado cual era mi postura en el asunto. No
obstante, era mi mejor amigo y me costaba mantenerme al margen.
-
Hablaré con él-. Dije, llegando a la esquina de
casa-. Tal vez me diga algo.
-
Lo dudo, si no lo ha hecho aun…-. Dijo
dubitativo, sin que yo lo dejara terminar.
-
No conoces a Charlie-. Aclaré-. Sé que si
hablamos me lo dirá.
Nos paramos en la entrada al edificio, mientras
otro incomodo silencio se establecía entre nosotros. Ya comenzaban a hacerse
habituales.
-
Gracias por la cena-. Sonreí, la verdad era
pésima en ese tipo de cosas; mis charlas con chicos apenas existían sin que
fuera Charlie.
-
Cuando quieras-. El parecía completamente
acostumbrado, guiñó un ojo en plan divertido-. Nos vemos mañana.
Comenzó a llover una vez más, mojándonos en
apenas unos segundos, lo cual no hacia gran diferencia en el estado en que nos
encontrábamos. Volvimos a reír ante nuestro aspecto y yo le tendí la sudadera
que me había prestado, si iba a caminar, mejor que se abrigara.
-
Ten-.
Estiré mi mano con la prenda en ella-. No te enfermes.
-
Descuida, ya está completamente mojada-.
Bromeó, escurriéndola y dejando caer unas pocas gotas-. Me la devuelves luego,
tengo buena salud.
-
Gracias pero no queda con mi ropa-. Volví a
seguir el juego-. No puedo llegar al instituto con algo como eso y ni hablar de
andar por la calle.
-
No pareció molestarte hoy, ¿verdad?-. touché
otra vez.
-
Lo soporté, ya bastante baja estaba mi
reputación por correr desaforadamente por la calle contigo-. Saqué la lengua,
hacía tiempo que no tonteaba o reía de esa manera.
-
Ouch, dolió-. Dramatizó sus palabras y golpeó
suavemente mi brazo-. De acuerdo, me voy.
Imité su gesto, un suave puño en el brazo. Di
media vuelta y entre por la puerta de vidrio con marco de madera.
Dentro, parada justo al pie de la escalera,
mirando el paisaje (o, tal vez, escuchando mí despedida con Eric) estaba la
señora Bennett.
La miré y noté un gesto de aprobación que
realizo con su cabeza. Sin duda alguna, estaba espiando… como siempre.
Subí las escaleras hasta mi departamento. La
señora Bennett estaba tras de mí, sus pasos resonaban en todo el edificio, como
si le costara subir las escaleras.
Me ofrecí a ayudarla pero ella se negó, era
obstinada y decía que podía hacerlo sola. La dejé siguiendo su camino sola
cuando llegue a mi destino.
Abrí la puerta y encontré a Julianna durmiendo
en el sofá. La televisión estaba encendida frente a ella y no había ninguna luz
salvo la de la pantalla.
La desperté, seguramente se le había pasado el
tiempo esperándome. Se sobresaltó al sentir mi mano sobre su brazo, intentando
que reaccionara.
-
¿Qué hora es?-. pregunto, apagando el
televisor.
-
Tarde, acabo de llegar-. Respondí, tomando un
vaso de agua de la cocina.
-
¿Dónde estabas?-. no tenía muchas ganas de
darle explicaciones.
-
Es complicado-. Su reacción no me gusto, tuve
que aclarar las cosas-. Cené con un amigo luego del instituto.
-
Bueno, pues ¿Dónde está tu mochila?
Era cierto, la había dejado en el aula de
castigos, junto a las cosas de Eric.
-
En mi casillero-. Mentí, no iba a comentar cada
detalle.
-
Debiste avisarme.
-
Por favor Julianna-. Reproché, no era nadie
para recriminarme nada-. ¿en verdad fingirás que te interesa justo ahora? No he
hecho nada malo, salí del instituto y comí una hamburguesa con un compañero de
castigo.
-
Me lo imaginaba-. ¿Qué quería decir? ¿ahora se
iba a preocupar por mis relaciones públicas? Seguramente era una especie de
broma.
-
¿desde cuándo te importa? No sé si lo has
notado, pero no hay mucha gente sin historial criminal en esta parte de la
ciudad-. Dejé el vaso en la cocina y fui al living para verla personalmente a
los ojos-. Además, seguramente te agradaría si lo conocieras.
Qué vergüenza, la charla parecía ser una de
esas en que la supuesta “Julieta” les contaba a los Capuleto que estaba
saliendo con un Montesco, puras cursilerías. Además, Eric y yo apenas éramos
buenos compañeros de castigo.
-
No me vengas con un interrogatorio sobre su
personalidad, hace años que salgo cuando quiero y regreso a la hora que se me
antoja, llevo cuidándome sola desde que Pam descubrió ese afán suyo por la
bebida.
Dejé a Julianna sola en el living, no pensaba
ayudarla a dejar todo en condiciones antes de irse a dormir.
Lo único que faltaba, ya tenía dieciocho años y
llevaba aparentándolos desde que tenía cinco, no era momento para ponerme un
toque de queda.
Abrí la puerta de mi cuarto y, sobre mi cama,
encontré a Pam durmiendo plácidamente.
¿Qué demonios era eso? Faltaba a la cena un día
y ya me olvidaban. Llamé a julianna desde mi alcoba, esperaba una buena
explicación. Mi cuarto era justo eso: mío. No pensaba compartirlo con nadie,
era el único espacio en la casa en que me sentía segura de mi madre o mi
abuela.
Julianna llego en poco tiempo, apurada antes
que yo comenzara con mi dramatismo. Sé que suena algo exagerado, pero vivir con
alguien como Pam era complicado y la odiaba por las cosas que me había hecho
pasar. Luego de tanto tiempo, había aprendido a bloquearla de mi vida y, digamos
que, en mi cuarto se encontraba prácticamente toda mi vida; mis recuerdos, mis
cosas, incluso mis diarios de pequeña, estaban allí. Tenerla durmiendo en mi
cama era como si, sin que me diera cuenta, ella hubiese pasado la barrera de
alejamiento que yo ponía en nuestra relación, como si de pronto, a nadie le
importaran mis sentimientos. Una de las pocas cosas en las que yo tenía
completo control, ahora estaba usurpado por una mujer que había creado casi
todos mis malos recuerdos.
-
Tranquila April-. Intento relajar la situación,
pero no me importaba, no iba a ser cortés con Pam-. Llego hoy, sobria, peros se
sentía mal y le dije que se recostara un rato antes que llegaras, luego el
tiempo paso y yo también caí dormida… ahora aquí estamos.
-
Quiero que se vaya-. No me interesaba saber el
estado en que había llegado, primero estaba el interrogatorio y ahora esto,
definitivamente estaba desesperada por saber que había sucedido con Terry e
irme.
-
Cariño, por favor-. Intervino-. Es tarde.
-
No me importa.
Camine hasta mi cama y, aunque no fue la mejor
elección, saqué a Pam bruscamente, tomando su brazo para que quedara sentada
sobre el colchón.
-
¿Qué haces?-. pregunto al despertarse-. ¿estás
loca?
-
Sal de mi cama-. Hable con frialdad, tenía que
saber que no era una broma-. Vete.
-
Pero es tarde, no traje el auto y…
-
No es mi problema, es mi cuarto y quiero
dormir.
-
Vamos hija, ten algo de razonabilidad-. Miró a
julianna, buscando un poco de apoyo pero ambas sabían cómo era yo-. Estoy
cansada y es tarde para irme caminando.
-
¿¡que es tarde!?-. ahora si me había enojado-.
No tienes la menor idea de cuantas veces has llegado a esta casa en un estado
detestable y yo, aunque era tarde y estaba cansada, te ayude a sentirte mejor.
-
Actúas como una niña.
-
¿no se te ha ocurrido que ya es tiempo que lo
sea?-. grité, sentía que mi piel, al igual que mi sangre, hervían de rabia-.
Quiero decir, llevo actuando como una adulta para sacarte de tus aprietos toda mi
vida, ahora solo quiero estar en mi cuarto sola, vete.
-
Eres una inmadura-. Murmuro, saliendo de la
habitación con Julianna caminando por detrás.
-
No vuelvas a llamarme hija, Pam-. Aclaré,
suficientemente fuerte para que le quedara bien claro en su maldita mente
perdida en el mundo-. Perdiste ese derecho hace mucho... ah, no te equivoques,
soy mucho más madura de lo que tú nunca fuiste, ni serás.
Sé que me habrá maldecido en unos cuantos
idiomas, pero no me importó. El día ya estaba siendo demasiado malo. Quise ir a
ver caricaturas con Charlie, pero sabía que saldría a la luz la conversación
que había tenido con Eric y, sinceramente, no me sentía con la capacidad de
entablar un tema como ese en un momento así.
Me puse mi pijama y luego me recosté, cómodamente
en mi cama. Obviamente antes, cambie las sabanas, no era racista, pero sentía
que Pam llevaba el aroma al alcohol impregnado en su cuerpo, aun cuando estaba
sobria.
Ahora sí, estaba lista para dormir. Sin
embargo, no lo lograba por mucho que quisiera. Eran casi las tres de la mañana,
y yo aun seguía despierta, intentando definir los ruidos de autos en el barrio.
A veces, aparecían algunos sonidos que parecían ser disparos, pero yo tenía
demasiadas cosas en mi mente como para asustarme.
Holaaaaaa!!!!, me encantan todos los capítulos, pero sólo te he comentado en este para no perder el tiempo, escribes genial, la historia es genial, tu blog es genial, tu eres genial, todo es genial, espero el siguiente *-*
ResponderEliminarMuchas gracias! :D Ya estoy editandolo para publicarlo... besotes!
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