Sinopsis

April Austin no lo ha tenido facil.
Su padre se fue, su madre es alcoholica y vive en un barrio con poco futuro. Sin embargo tiene a Charlie Power, su mejor amigos desde siempre, quien la apoya incondicionalmente.
Pero desde que él sale con Maggie Parker, April se ve en necesitad de un nuevo hombro donde poder descansar.
Entonces aparece Eric Taylor, el guapo y misterioso chico del salon de castigos.
Secretos de la desaparicion de su padre y lecciones de amor irán apareciendo en esta historia.
¿Podrá April vencer los temores de su pasado? ¿Podrá descubrir que sucedio la noche de su quinto cumpleaños? ¿Podrá creer nuevamente en el amor?


lunes, 17 de septiembre de 2012

Capitulo 14


¿Qué esconden?
La semana siguió transcurriendo normalmente, con muchos interrogantes en mi mente. Tarde o temprano iba a encontrar algo nuevo sobre Terry y me estaba impacientando.
Charlie y Maggie estaban juntos a costa de todo, a pesar de las peleas, ella siempre terminaba convenciéndolo de alguna manera. Comenzaba a preocuparme su poder de convicción. Temía que comenzáramos a alejarnos luego de tantos años, poco tiempo nos quedaba para separarnos definitivamente. Intentaba no prestarle mucha atención al asunto pero, la verdad, no sabía porque me ponía tan mal pensar en eso.
La mañana siguiente a mi cena con Eric, llegué tarde al instituto aunque, en realidad, había sido a propósito.
Ya no tenía ganas de ir al colegio, pero estaba en mi último año… unos pocos meses más y seria libre al fin. Podría segur mi vida alejada de Pam.
Luego de juntar mis cosas en el salón de castigos, me dirigí a mi última clase, había ido a la escuela solo por un turno. La campana ya había sonado pero, de cualquier manera, nadie había ingresado a los salones, por lo contrario seguían disfrutando de un lapso extra de recreo aunque era ilegal en cierto sentido.
Justo antes de atravesar el umbral de la puerta, oí algunas voces conversando en el interior. Parecían discutir, de otra forma jamás se oirían desde el corredor, sobrepasando todos los griteríos producidos por la euforia de los acontecimientos que sucedían en las vidas de los estudiantes.
Por la mañana temprano, me había quedado en la cama un poco de tiempo extra, el caso era que me daba vergüenza aparecer en las cuatro horas seguidas que teníamos con López luego de mi “fuga” con Eric del día anterior.
Pero ahora, eran ellos quienes estaban en el aula mientras el profesor juntaba sus cosas para irse a su próxima clase. No quería presenciarlo, pero si necesitaba oír cual sería nuestro próximo castigo por los acontecimientos que se habían dado unas doce horas antes.
-      Lo intenté, pero aun así no lo logré-. Decía el chico, reprochando algo, al parecer López no le daba suficiente crédito por alguna cosa-. Tiene a alguien pisándole los talones.
Un momento, ¿estaban hablando de los que perseguían a Charlie? Ahora sí que me interesaba todo y, ¿Qué hacia Eric informando a López sobre el asunto?
-      No me suena nada bien-. López puso sus manos sobre el escritorio y tiro su cabeza para abajo, parecía cansado-. Las cosas comienzan a complicarse, hay que hacer que despierte de una buena vez.
-      Intenté convencerla que no meta su nariz en donde no le importaba-. Argumento, López no parecía nada contento-. Pero ellos estaban tras nosotros y… las preguntas comenzaron a surgir.
-      ¿hablaste?-. interrumpió López, de pronto había levantado su cabeza con preocupación. Parecía importante que yo no me enterara de nada-. Responde Eric, ¿has dicho algo?
-      Por supuesto que no-. Dijo fríamente, tal vez era mi impresión, pero ninguno estaba cómodo teniendo esa charla-. Sé que no debo hablar.
-      Perfecto, que no se repita otra vez.
Me alejé del umbral y López salió, justo para el lado opuesto al mío. Temía que me viera y sospechara lo que acababa de oír.
De acuerdo, no tenía la más pálida idea de que había sido aquello. Comenzaba a preocuparme por Charlie.
Decidida, entré en el curso y encontré a Eric, de espaldas a la puerta. Llevaba una camiseta negra con manga tres cuartos (algo inapropiado para el frio que hacia fuera, pero no parecía importarle) y unos jeans celestes claritos con las rodillas gastadas y a puto de romperse combinadas con unas converse blancas. El pelo estaba despeinado, pero muy brilloso. Había apoyado sus manos en el marco de la ventana y miraba perdidamente el exterior. ¿Qué tal si el problema era más grave de lo que imaginaba?
-      Hola-. Saludé para que notara mi presencia, simplemente asintió y regreso a ver el mismo punto exterior-. ¿te encuentras bien?
-      He estado mejor-. Dejé mis cosas en el pupitre de al lado, supongo que me vendría bien sentarme junto a él y averiguar algo-. ¿Qué tal la noche?
-      He tenido mejores-. Bromeé, tenía que bajar la tensión en el ambiente-. Oye, escucha-. Me miró fijamente intrigado-. ¿Qué pasa con Charlie?
-      No sé a qué te refieres.
-      Vamos, te oí con López y sé que hablaban de eso.
-      Pues estas equivocada-. Lo miré con cara absurda, ¿realmente me creía tan despistada?-. y, ¿no tienes novedades de tu padre?
De acuerdo, su forma de evadir mis preguntas había sido demasiado obvia. Sin embargo, acepté el cambio, después de todo no lograría que me contara la verdad. En cierta forma López se lo había dejado bastante claro. Me preguntaba que tenía él que ver; tal vez los profesores podían intervenir en la vida de un alumno si el caso lo ameritaba.
No me negué a aquella especie de “tregua”, ya que si no podía contar con Charlie para el asunto, al menos lo tenía a Eric: el único que lograba sacarme el tema de la mente para pesar pura y exclusivamente en Terry.
-      Bueno, no he tenido mucho tiempo de buscar.
-      No te preocupes, podemos ir a ver algo en el registro después de clases-. Se ofreció y una ilusión apareció en mi interior. Al fin alguien que me apoyaba en el asunto.
-      De acuerdo, supongo que tienes razón.
El profesor apareció en el curso junto a todos los alumnos tras él. Charlie y Maggie estaba pegotes en lo último de la fila. Realmente me repugnaba muchísimo.
Me senté y observé a Eric frente a mí, esta vez se había cambiado de pupitre con otro chico, lo cual por muy extraño que sonara, no había requerido ningún tipo de enfrentamiento.

Salí del curso y supe que, aunque quisiera irme al registro de personas, tenía que quedarme en el castigo.
-      ¿estás lista?-. Pregunto una voz detrás de mí.
Eric estaba a un lado, apoyado en los casilleros mientras yo intentaba no hacerme un tremendo lio a causa de todo lo que tenía que llevar al instituto.
-      ¿para qué?-. pregunté, estaba hecha un desastre. Me sentía despeinada, cansada y poco presentable, exactamente lo que las clases de filosofía causaban en mí.
Me miró, desconcertado ¿acaso me había perdido de algo?
-      Pues, para ir al registro de personas-. Tomó algunos de los libros que yo intentaba mantener en mis manos al mismo tiempo que los ingresaba en el casillero-. Supongo que estarás ansiosa por empezar.
-      La verdad, si-. Admití, estaba muy ansiosa por descubrir algo que me fuera realmente útil-. Pero, no sé como lo tomará López.
-      No te preocupes por él-. Bufó, insistiendo para que yo aceptara-. Espera aquí, arreglaré todo ¿sí?
-      Pero…
Intenté interrumpir, pero él ya estaba lo suficientemente alejado, decidido a irse de la clase de castigo.
Al final, yo también quería hacerlo, lo que menos me apetecía hacer era quedarme dos horas extras viendo como el aire pasaba frente a mí.
A lo lejos, cuando cerré el casillero, vi como Maggie y Charlie salían del edificio. Él no parecía registrarme, pero yo sabía que sus constantes miradas me estaban buscando.
No comprendí muy bien el porqué, pero en ese momento una sensación extraña me recorrió el cuerpo entero. La piel se me electrificó, era molesto, casi inaguantable. Era la primera vez que me pasaba y supuse que eran a causa del odio hacia Maggie. Pero, aunque creía tener la explicación de todo eso que brotaba desde lo más profundo de mí ser, el sentimiento no se iba. Era algo tan nuevo y aterrador que tenía miedo de no poder controlarlo.
No conocía el origen varadero, tenía varias experiencias fallidas en relaciones públicas y ahora, la única que me había funcionado por siempre, parecía alejarse. Tenía miedo que eso sucediera. Entonces, comprendí que no era la primera vez que el miedo aparecía en mi vida, aunque si era la primera que me provocaba una experiencia tan desagradable como la que estaba sintiendo.
-      Todo arreglado-. Eric tomo mi bolso, con cierta expresión divertida-. Podemos irnos, conseguí alguien que nos cubra.
-      Perfecto-. Mencioné, con mi mente en la luna.
Comenzamos a caminar por el corredor hacia la salida, cada vez más cerca del último lugar en el que había visto a la feliz pareja, justo el lugar donde había presenciado el último beso entre ellos dos.
Salimos al exterior, hacia muchísimo frio. Me puse mi abrigo, un saco negro que quedaba bastante bien con unos jeans azules bien gastados y unas zapatillas blancas converse.
Eric también se abrigó con su sudadera, la misma que yo le había devuelto durante la clase de filosofía. Se puso la capucha sobre la cabeza y, solo alguien que caminara de frente o estuviera con la misma ubicación que yo, podría ver su rostro. Aunque, en realidad, yo solo alcanzaba a ver parte de su contorno, el perfil… un muy lindo perfil.
¿Por dios, que me sucedía?
No muy lejos del instituto, se encontraba una estación de metro. El subterráneo seria el transporte más rápido en ese momento del día.
Bajamos al subsuelo y esperamos el nuestro. Teníamos que ir a la otra punta del barrio, cerca del parque Riverside. Hacía tiempo que no aparecía por aquella zona, comenzaba a darme cuenta que últimamente, o por lo menos en los últimos meses, mis recorridos se limitaban de mi casa, al instituto, a la piscina del club deportivo o a la casa de Charlie. Muy de vez en cuando, llegaba hasta el departamento de Pam, pero el mismo quedaba hacia el otro lado.
Subimos en el metro y nos sentamos en el asiento que quedaba libre, había algunas personas en los demás.
-      Eric-. Me miró, esperando que siguiera, algo en mi me hacía sentir insegura como nunca lo había hecho cada vez que hablaba; como si estuviese nerviosa o algo por el estilo-. ¿por qué te interesa tanto ayudarme con este asunto? Digo, apenas nos conocemos.
-      No lo sé-. Se encogió de hombros, no parecía muy sorprendido por mi pregunta, tal vez ya se imaginaba que la haría tarde o temprano-. Supongo que me gusta esto de investigar, en otra vida debería haber sido un agente secreto o algo por el estilo.
Reí ante su ocurrencia, yo también había imaginado miles y miles de posibles vidas que podría haber tenido. Parecía que ambos deseábamos alguna otra cosa.
-      No te molesta ¿verdad?-. me pareció descortés acotar lo contrario, él era mi única ayuda; sin embargo, me sentía extraña teniéndolo a él y no a Charlie que me conocía de pies a cabeza. Hice un gesto de aprobación y él continuó-. Perfecto porque, aunque quisieras, ya estoy involucrado.
-      Pero si apenas hemos investigado esto.
-      Bueno, pero puedo confesar todo: lo del baño y esto-. Me desafió, yo reí-. Estupendo señorita, espero que le quede claro.
-      ¿acaso es un desafío?-. lo miré detenidamente, ambos estallamos en carcajadas frente a sus terribles imitaciones de “El Padrino”.
Seguramente habríamos seguido con aquella eterna discusión, pero el metro se detuvo y ambos tuvimos que descender para continuar el último tramo a pie.
Por unos momentos, la sensación que había sentido en el corredor del instituto había desaparecido. De cualquier manera, al llegar a la nueva estación, no pude evitar recordarlos al ver una pareja caminando tomados de las manos. ¿Por qué mi mente no me dejaba en paz de una buena vez?
Llegamos al registro poco antes del almuerzo, algunos días los horarios del colegio cambiaban y, aprovechando que la comida nos llegaría junto al castigo, Eric y yo habíamos  escogido esos momentos para nuestra “misión secreta”.
Recuerdo que hacía unos años habíamos leído un libro de igual nombre en el instituto, sobre una chica que perdía a toda su familia, pero encontraba el amor en una misión secreta en contra del gobierno. Me había gustado bastante y, ciertamente, me había imaginado viviendo todo lo que ella había superado, entonces había comprendido que lo mío no era tan grave. Al menos tenía a Charlie o Julianna en cierto modo, ella estaba casi sola.
Ahora comprendía la importancia que había tenido la charla con Eric, ninguno de los dos se imaginaba fuera de nuestras actuales vidas, pero si intentaban saber que hubiese sido de nosotros en un momento o lugar diferente. Los misterios de la vida.
Entramos a la pequeña oficina, no había mucha gente en ella, la mayoría de las personas que quedaban eran esos que llegaban a una hora de la mañana en la que ya había demasiada cola para ser atendidos. En otras palabras: los restantes.
Miré a Eric, él leyó mis pensamientos en un segundo, mi rostro expresaba exactamente lo que estaba sintiendo.
“¿y ahora qué?”.
Había muchas personas siendo atendidos, no estaba lleno de gente pero cada empleado tenía un cliente. Ambos miramos en todas las direcciones, tenía que haber un modo de regresar al instituto ates de la hora del almuerzo.  Sin embargo, nadie parecía notar nuestra presencia.
-      Sígueme la corriente-. Susurró Eric en mi oído.
Al principio no comprendí que había querido decir, pero cuando tomó mi brazo y comenzó a caminar con completa naturalidad, supe cual era mi rol en ese asunto.
Nunca me había interesado en la actuación, pero ahora tenía que ser rápida para que nadie notara que nos íbamos a escabullir en las computadoras del registro.
Eric entrelazó sus dedos con los míos y, como si estuviésemos haciendo lo más normal del mundo, caminamos por un largo pasillo. Al final se veían una misma habitación con muchísimos cubículos que la dividían. Eran las oficinas internas, esas en que las personas “normales” no pueden visitar.
-      Hola, ¿Cómo estás?-. saludó Eric a un tipo que paso en dirección contraria por el mismo pasillo en el que nosotros estábamos.
El hombre se mostro desconcertado, ¿acaso lo conocíamos? Por supuesto que no. No lo habíamos visto en la vida, pero si lo saludábamos seguramente él pensaría que nos había conocido en algún momento. Simplemente lógica.
-      Tanto tiempo-. le dije al mismo hombre mientras avanzábamos por nuestros respectivos caminos-. Mándale saludos a los niños.
No tenía idea si tendría o no hijos. Seguramente si, puesto que aparentaba unos cincuenta años y llevaba anillo en el dedo anular. Estaba casado o viudo, me gustaba más la primera opción.
Eric apretó mi mano con muy poca fuerza, riéndose de mi comentario. Ambos estallamos en una carcajada, seguramente ese hombre estaría pensado quién demonios éramos nosotros.
Llegamos  a los cubículos, o más bien, a la entrada de ellos. En una esquina había un guardia de seguridad que nos miró de reojo, nos echaría sin dudar si supiera que queríamos.
-      Rose, al fin te encontramos-. Exclamó Eric con tono de alivio a una mujer que estaba en la otra punta del cuarto.
Busqué a la señora y descubrí que casi al final, en la esquina opuesta a donde estaba el guardia de seguridad, había un cubículo con un cartel que indicaba “Rose Hoffman; divorcios”.
“perfecto-. Pensé, dejando escapar una risita-. Ahora vamos a divorciarnos”.
Observé al guardia, que estaba a punto de salir en nuestro encuentro, quedarse quieto al escuchar las palabras que pronuncio Eric.
La tal Rose, se quedó mirándonos mientras caminábamos hacia ella. Parecía igual de desconcertada que el tipo del corredor.
-      ¿los conozco?-. preguntó ella-. ¿no se creen algo jóvenes para divorciarse? Incluso para el matrimonio es muy pronto.
-      Si, créeme-. Le siguió la corriente Eric, ¿hacia donde quería llegar?-. pero ya sabes, alguien a mi lado me presiona demasiado.
Sentí vergüenza al instante. Creo que mis mejillas se habían puesto coloradas y quería salir corriendo cuanto antes.
Eric hizo un gesto de cansancio en plan: “ella esta insoportable con el matrimonio”. Definitivamente me había molestado, apreté su mano en desaprobación.
-      En fin-. Continuo frente  a la mirada divertida de Rose, había notado cuan roja me había puesto-. Un tipo en recepción te está buscando, dice que perdió los papeles de los Smith.
-      ¿qué?-. preguntó ella enfadada-. No puede ser, si ellos ya firmaron.
Rose nos pidió permiso rápidamente y salió casi corriendo hasta la recepción, justo de donde nosotros proveníamos.
-      No te preocupes Rossie-. Gritó Eric para que todos le oyeran, incluso Rose-. Te esperaremos justo aquí.
Supe que ese era el pie necesario para que nadie nos preguntara que hacíamos allí. Éramos simples conocidos de la mujer que se encargaba de los divorcios.
Eric se sentó en la silla giratoria que estaba junto al escritorio  yo me quedé a su lado, esperando conocer cuál sería el próximo movimiento. Nadie nos estaba prestando atención, cada persona en su propio mundo paralelo, justo como en el bar de la otra noche.
-      ¿Qué fue eso?-. pregunté, esperaba que al menos me contara como se le había ocurrido semejante engaño tan bien llevado a cabo.
-      ¿qué cosa?-. hizo un gesto de indiferencia sin dejar de buscar algo en la pantalla de la computadora.
-      Eso, digo…-. No sabía cómo decir todo, ¿Qué tal si alguien nos escuchaba?-. ¿Cómo supiste de los papeles de los Smith?
-      Sencillo-. Sonrió, parecía que era experto en engañar personas, ¿acaso era estafador profesional?-. es el apellido más común del mundo, seguramente tendrá algún cliente con ese nombre que se ha querido divorciar… no es la gran cosa, aunque debo admitir que he tenido un poco más de suerte.
Guiñó un ojo y yo sonreí, él sabía que era lo que hacíamos allí y nadie iba a detenerlo.
Encontramos una carpeta con muchos archivos y nos metimos en uno que parecía ser una especie de registro.
Inmediatamente, en la pantalla aparecieron listas, listas y, más listas de nombres. Junto a cada uno de ellos había una fila más con una dirección y un número que parecía ser el D.N.I.
T-e-r-r-y  A-u-s-t-i-n.
Letra por letra, cada una fue apareciendo en una pequeña barra de búsqueda.
Nuevamente, las listas aparecieron frente a nosotros. Había, por lo menos, unos diez mil “Terry Austin” en todo Nueva York. Por suerte, el número se achicó cuando Eric seleccionó solo el área de Manhattan, seguramente nos iba a facilitar la búsqueda en Hamilton Heights.
Leímos cada uno, viendo su fecha de nacimiento y su dirección pero ninguno cuadraba en los pocos datos que teníamos de mi padre.
Apenas logramos seleccionar unos treinta hombres que, probablemente y con muchísima suerte, podría ser el que nosotros buscábamos. Tanta farsa y actuación para nada.
-      Al menos sabemos que podría haber dejado Hamilton Heights.
Eric intentó levantarme el ánimo pero no lo logró. No lo culpaba, ese era puro merito mío por haber levantado un muro de ilusión demasiado grande. Tenía que dejar de pensar que con un simple intento lograría lo que me proponía, encontrar a alguien que podría estar muerto iba a ser mucho mas difícil de lo que creía y mucho mas, teniendo en cuenta que ni siquiera conocía algún dato significativo sobre él.
-      Descuida-. Eric acaricio mi hombro para, nuevamente, intentar levantarme el ánimo-. He visto el archivo y será fácil de hacker, si lo necesitamos podemos verlo desde nuestras computadoras.
Perfecto, ahora no solo no tenía información de Terry, sino que, cualquier loco podía ver mi información con el simple hecho de hackear un archivo de gobierno. “La gran seguridad nacional” apestaba.

1 comentario:

  1. Me encanta el capítulo, es tan adsjkhmntrdsdfjsks *-*, espero el siguiente pronto ^^. Me gusta mucho como escribes :D, y la historia esta muy interesante ^^, a ver que pasa
    BESOS <3

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