¿Qué esconden?
La semana siguió transcurriendo normalmente,
con muchos interrogantes en mi mente. Tarde o temprano iba a encontrar algo
nuevo sobre Terry y me estaba impacientando.
Charlie y Maggie estaban juntos a costa de
todo, a pesar de las peleas, ella siempre terminaba convenciéndolo de alguna
manera. Comenzaba a preocuparme su poder de convicción. Temía que comenzáramos
a alejarnos luego de tantos años, poco tiempo nos quedaba para separarnos
definitivamente. Intentaba no prestarle mucha atención al asunto pero, la
verdad, no sabía porque me ponía tan mal pensar en eso.
La mañana siguiente a mi cena con Eric, llegué
tarde al instituto aunque, en realidad, había sido a propósito.
Ya no tenía ganas de ir al colegio, pero estaba
en mi último año… unos pocos meses más y seria libre al fin. Podría segur mi
vida alejada de Pam.
Luego de juntar mis cosas en el salón de
castigos, me dirigí a mi última clase, había ido a la escuela solo por un
turno. La campana ya había sonado pero, de cualquier manera, nadie había
ingresado a los salones, por lo contrario seguían disfrutando de un lapso extra
de recreo aunque era ilegal en cierto sentido.
Justo antes de atravesar el umbral de la
puerta, oí algunas voces conversando en el interior. Parecían discutir, de otra
forma jamás se oirían desde el corredor, sobrepasando todos los griteríos
producidos por la euforia de los acontecimientos que sucedían en las vidas de
los estudiantes.
Por la mañana temprano, me había quedado en la
cama un poco de tiempo extra, el caso era que me daba vergüenza aparecer en las
cuatro horas seguidas que teníamos con López luego de mi “fuga” con Eric del
día anterior.
Pero ahora, eran ellos quienes estaban en el
aula mientras el profesor juntaba sus cosas para irse a su próxima clase. No
quería presenciarlo, pero si necesitaba oír cual sería nuestro próximo castigo
por los acontecimientos que se habían dado unas doce horas antes.
-
Lo intenté, pero aun así no lo logré-. Decía el
chico, reprochando algo, al parecer López no le daba suficiente crédito por
alguna cosa-. Tiene a alguien pisándole los talones.
Un momento, ¿estaban hablando de los que
perseguían a Charlie? Ahora sí que me interesaba todo y, ¿Qué hacia Eric
informando a López sobre el asunto?
-
No me suena nada bien-. López puso sus manos
sobre el escritorio y tiro su cabeza para abajo, parecía cansado-. Las cosas
comienzan a complicarse, hay que hacer que despierte de una buena vez.
-
Intenté convencerla que no meta su nariz en
donde no le importaba-. Argumento, López no parecía nada contento-. Pero ellos estaban
tras nosotros y… las preguntas comenzaron a surgir.
-
¿hablaste?-. interrumpió López, de pronto había
levantado su cabeza con preocupación. Parecía importante que yo no me enterara
de nada-. Responde Eric, ¿has dicho algo?
-
Por supuesto que no-. Dijo fríamente, tal vez
era mi impresión, pero ninguno estaba cómodo teniendo esa charla-. Sé que no
debo hablar.
-
Perfecto, que no se repita otra vez.
Me alejé del umbral y López salió, justo para
el lado opuesto al mío. Temía que me viera y sospechara lo que acababa de oír.
De acuerdo, no tenía la más pálida idea de que
había sido aquello. Comenzaba a preocuparme por Charlie.
Decidida, entré en el curso y encontré a Eric,
de espaldas a la puerta. Llevaba una camiseta negra con manga tres cuartos
(algo inapropiado para el frio que hacia fuera, pero no parecía importarle) y
unos jeans celestes claritos con las rodillas gastadas y a puto de romperse
combinadas con unas converse blancas. El pelo estaba despeinado, pero muy
brilloso. Había apoyado sus manos en el marco de la ventana y miraba
perdidamente el exterior. ¿Qué tal si el problema era más grave de lo que
imaginaba?
-
Hola-. Saludé para que notara mi presencia,
simplemente asintió y regreso a ver el mismo punto exterior-. ¿te encuentras
bien?
-
He estado mejor-. Dejé mis cosas en el pupitre
de al lado, supongo que me vendría bien sentarme junto a él y averiguar algo-.
¿Qué tal la noche?
-
He tenido mejores-. Bromeé, tenía que bajar la
tensión en el ambiente-. Oye, escucha-. Me miró fijamente intrigado-. ¿Qué pasa
con Charlie?
-
No sé a qué te refieres.
-
Vamos, te oí con López y sé que hablaban de
eso.
-
Pues estas equivocada-. Lo miré con cara
absurda, ¿realmente me creía tan despistada?-. y, ¿no tienes novedades de tu
padre?
De acuerdo, su forma de evadir mis preguntas había
sido demasiado obvia. Sin embargo, acepté el cambio, después de todo no
lograría que me contara la verdad. En cierta forma López se lo había dejado
bastante claro. Me preguntaba que tenía él que ver; tal vez los profesores
podían intervenir en la vida de un alumno si el caso lo ameritaba.
No me negué a aquella especie de “tregua”, ya
que si no podía contar con Charlie para el asunto, al menos lo tenía a Eric: el
único que lograba sacarme el tema de la mente para pesar pura y exclusivamente
en Terry.
-
Bueno, no he tenido mucho tiempo de buscar.
-
No te preocupes, podemos ir a ver algo en el
registro después de clases-. Se ofreció y una ilusión apareció en mi interior.
Al fin alguien que me apoyaba en el asunto.
-
De acuerdo, supongo que tienes razón.
El profesor apareció en el curso junto a todos
los alumnos tras él. Charlie y Maggie estaba pegotes en lo último de la fila.
Realmente me repugnaba muchísimo.
Me senté y observé a Eric frente a mí, esta vez
se había cambiado de pupitre con otro chico, lo cual por muy extraño que
sonara, no había requerido ningún tipo de enfrentamiento.
Salí del curso y supe que, aunque quisiera irme
al registro de personas, tenía que quedarme en el castigo.
-
¿estás lista?-. Pregunto una voz detrás de mí.
Eric estaba a un lado, apoyado en los
casilleros mientras yo intentaba no hacerme un tremendo lio a causa de todo lo
que tenía que llevar al instituto.
-
¿para qué?-. pregunté, estaba hecha un
desastre. Me sentía despeinada, cansada y poco presentable, exactamente lo que
las clases de filosofía causaban en mí.
Me miró, desconcertado ¿acaso me había perdido
de algo?
-
Pues, para ir al registro de personas-. Tomó
algunos de los libros que yo intentaba mantener en mis manos al mismo tiempo
que los ingresaba en el casillero-. Supongo que estarás ansiosa por empezar.
-
La verdad, si-. Admití, estaba muy ansiosa por
descubrir algo que me fuera realmente útil-. Pero, no sé como lo tomará López.
-
No te preocupes por él-. Bufó, insistiendo para
que yo aceptara-. Espera aquí, arreglaré todo ¿sí?
-
Pero…
Intenté interrumpir, pero él ya estaba lo
suficientemente alejado, decidido a irse de la clase de castigo.
Al final, yo también quería hacerlo, lo que
menos me apetecía hacer era quedarme dos horas extras viendo como el aire
pasaba frente a mí.
A lo lejos, cuando cerré el casillero, vi como
Maggie y Charlie salían del edificio. Él no parecía registrarme, pero yo sabía
que sus constantes miradas me estaban buscando.
No comprendí muy bien el porqué, pero en ese
momento una sensación extraña me recorrió el cuerpo entero. La piel se me
electrificó, era molesto, casi inaguantable. Era la primera vez que me pasaba y
supuse que eran a causa del odio hacia Maggie. Pero, aunque creía tener la
explicación de todo eso que brotaba desde lo más profundo de mí ser, el sentimiento
no se iba. Era algo tan nuevo y aterrador que tenía miedo de no poder
controlarlo.
No conocía el origen varadero, tenía varias
experiencias fallidas en relaciones públicas y ahora, la única que me había
funcionado por siempre, parecía alejarse. Tenía miedo que eso sucediera.
Entonces, comprendí que no era la primera vez que el miedo aparecía en mi vida,
aunque si era la primera que me provocaba una experiencia tan desagradable como
la que estaba sintiendo.
-
Todo arreglado-. Eric tomo mi bolso, con cierta
expresión divertida-. Podemos irnos, conseguí alguien que nos cubra.
-
Perfecto-. Mencioné, con mi mente en la luna.
Comenzamos a caminar por el corredor hacia la
salida, cada vez más cerca del último lugar en el que había visto a la feliz
pareja, justo el lugar donde había presenciado el último beso entre ellos dos.
Salimos al exterior, hacia muchísimo frio. Me
puse mi abrigo, un saco negro que quedaba bastante bien con unos jeans azules
bien gastados y unas zapatillas blancas converse.
Eric también se abrigó con su sudadera, la
misma que yo le había devuelto durante la clase de filosofía. Se puso la
capucha sobre la cabeza y, solo alguien que caminara de frente o estuviera con
la misma ubicación que yo, podría ver su rostro. Aunque, en realidad, yo solo
alcanzaba a ver parte de su contorno, el perfil… un muy lindo perfil.
¿Por dios, que me sucedía?
No muy lejos del instituto, se encontraba una
estación de metro. El subterráneo seria el transporte más rápido en ese momento
del día.
Bajamos al subsuelo y esperamos el nuestro.
Teníamos que ir a la otra punta del barrio, cerca del parque Riverside. Hacía
tiempo que no aparecía por aquella zona, comenzaba a darme cuenta que
últimamente, o por lo menos en los últimos meses, mis recorridos se limitaban
de mi casa, al instituto, a la piscina del club deportivo o a la casa de
Charlie. Muy de vez en cuando, llegaba hasta el departamento de Pam, pero el
mismo quedaba hacia el otro lado.
Subimos en el metro y nos sentamos en el
asiento que quedaba libre, había algunas personas en los demás.
-
Eric-. Me miró, esperando que siguiera, algo en
mi me hacía sentir insegura como nunca lo había hecho cada vez que hablaba;
como si estuviese nerviosa o algo por el estilo-. ¿por qué te interesa tanto
ayudarme con este asunto? Digo, apenas nos conocemos.
-
No lo sé-. Se encogió de hombros, no parecía
muy sorprendido por mi pregunta, tal vez ya se imaginaba que la haría tarde o
temprano-. Supongo que me gusta esto de investigar, en otra vida debería haber
sido un agente secreto o algo por el estilo.
Reí ante su ocurrencia, yo también había
imaginado miles y miles de posibles vidas que podría haber tenido. Parecía que
ambos deseábamos alguna otra cosa.
-
No te molesta ¿verdad?-. me pareció descortés
acotar lo contrario, él era mi única ayuda; sin embargo, me sentía extraña
teniéndolo a él y no a Charlie que me conocía de pies a cabeza. Hice un gesto
de aprobación y él continuó-. Perfecto porque, aunque quisieras, ya estoy
involucrado.
-
Pero si apenas hemos investigado esto.
-
Bueno, pero puedo confesar todo: lo del baño y
esto-. Me desafió, yo reí-. Estupendo señorita, espero que le quede claro.
-
¿acaso es un desafío?-. lo miré detenidamente,
ambos estallamos en carcajadas frente a sus terribles imitaciones de “El
Padrino”.
Seguramente habríamos seguido con aquella
eterna discusión, pero el metro se detuvo y ambos tuvimos que descender para
continuar el último tramo a pie.
Por unos momentos, la sensación que había
sentido en el corredor del instituto había desaparecido. De cualquier manera,
al llegar a la nueva estación, no pude evitar recordarlos al ver una pareja
caminando tomados de las manos. ¿Por qué mi mente no me dejaba en paz de una
buena vez?
Llegamos al registro poco antes del almuerzo,
algunos días los horarios del colegio cambiaban y, aprovechando que la comida
nos llegaría junto al castigo, Eric y yo habíamos escogido esos momentos para nuestra “misión
secreta”.
Recuerdo que hacía unos años habíamos leído un
libro de igual nombre en el instituto, sobre una chica que perdía a toda su familia,
pero encontraba el amor en una misión secreta en contra del gobierno. Me había
gustado bastante y, ciertamente, me había imaginado viviendo todo lo que ella
había superado, entonces había comprendido que lo mío no era tan grave. Al
menos tenía a Charlie o Julianna en cierto modo, ella estaba casi sola.
Ahora comprendía la importancia que había
tenido la charla con Eric, ninguno de los dos se imaginaba fuera de nuestras
actuales vidas, pero si intentaban saber que hubiese sido de nosotros en un
momento o lugar diferente. Los misterios de la vida.
Entramos a la pequeña oficina, no había mucha
gente en ella, la mayoría de las personas que quedaban eran esos que llegaban a
una hora de la mañana en la que ya había demasiada cola para ser atendidos. En
otras palabras: los restantes.
Miré a Eric, él leyó mis pensamientos en un
segundo, mi rostro expresaba exactamente lo que estaba sintiendo.
“¿y ahora qué?”.
Había muchas personas siendo atendidos, no
estaba lleno de gente pero cada empleado tenía un cliente. Ambos miramos en
todas las direcciones, tenía que haber un modo de regresar al instituto ates de
la hora del almuerzo. Sin embargo, nadie
parecía notar nuestra presencia.
-
Sígueme la corriente-. Susurró Eric en mi oído.
Al principio no comprendí que había querido
decir, pero cuando tomó mi brazo y comenzó a caminar con completa naturalidad,
supe cual era mi rol en ese asunto.
Nunca me había interesado en la actuación, pero
ahora tenía que ser rápida para que nadie notara que nos íbamos a escabullir en
las computadoras del registro.
Eric entrelazó sus dedos con los míos y, como
si estuviésemos haciendo lo más normal del mundo, caminamos por un largo
pasillo. Al final se veían una misma habitación con muchísimos cubículos que la
dividían. Eran las oficinas internas, esas en que las personas “normales” no
pueden visitar.
-
Hola, ¿Cómo estás?-. saludó Eric a un tipo que
paso en dirección contraria por el mismo pasillo en el que nosotros estábamos.
El hombre se mostro desconcertado, ¿acaso lo
conocíamos? Por supuesto que no. No lo habíamos visto en la vida, pero si lo
saludábamos seguramente él pensaría que nos había conocido en algún momento.
Simplemente lógica.
-
Tanto tiempo-. le dije al mismo hombre mientras
avanzábamos por nuestros respectivos caminos-. Mándale saludos a los niños.
No tenía idea si tendría o no hijos.
Seguramente si, puesto que aparentaba unos cincuenta años y llevaba anillo en
el dedo anular. Estaba casado o viudo, me gustaba más la primera opción.
Eric apretó mi mano con muy poca fuerza,
riéndose de mi comentario. Ambos estallamos en una carcajada, seguramente ese
hombre estaría pensado quién demonios éramos nosotros.
Llegamos
a los cubículos, o más bien, a la entrada de ellos. En una esquina había
un guardia de seguridad que nos miró de reojo, nos echaría sin dudar si supiera
que queríamos.
-
Rose, al fin te encontramos-. Exclamó Eric con
tono de alivio a una mujer que estaba en la otra punta del cuarto.
Busqué a la señora y descubrí que casi al
final, en la esquina opuesta a donde estaba el guardia de seguridad, había un
cubículo con un cartel que indicaba “Rose Hoffman; divorcios”.
“perfecto-. Pensé, dejando escapar una risita-.
Ahora vamos a divorciarnos”.
Observé al guardia, que estaba a punto de salir
en nuestro encuentro, quedarse quieto al escuchar las palabras que pronuncio Eric.
La tal Rose, se quedó mirándonos mientras
caminábamos hacia ella. Parecía igual de desconcertada que el tipo del
corredor.
-
¿los conozco?-. preguntó ella-. ¿no se creen
algo jóvenes para divorciarse? Incluso para el matrimonio es muy pronto.
-
Si, créeme-. Le siguió la corriente Eric,
¿hacia donde quería llegar?-. pero ya sabes, alguien a mi lado me presiona
demasiado.
Sentí vergüenza al instante. Creo que mis
mejillas se habían puesto coloradas y quería salir corriendo cuanto antes.
Eric hizo un gesto de cansancio en plan: “ella
esta insoportable con el matrimonio”. Definitivamente me había molestado,
apreté su mano en desaprobación.
-
En fin-. Continuo frente a la mirada divertida de Rose, había notado
cuan roja me había puesto-. Un tipo en recepción te está buscando, dice que
perdió los papeles de los Smith.
-
¿qué?-. preguntó ella enfadada-. No puede ser,
si ellos ya firmaron.
Rose nos pidió permiso rápidamente y salió casi
corriendo hasta la recepción, justo de donde nosotros proveníamos.
-
No te preocupes Rossie-. Gritó Eric para que
todos le oyeran, incluso Rose-. Te esperaremos justo aquí.
Supe que ese era el pie necesario para que
nadie nos preguntara que hacíamos allí. Éramos simples conocidos de la mujer
que se encargaba de los divorcios.
Eric se sentó en la silla giratoria que estaba
junto al escritorio yo me quedé a su
lado, esperando conocer cuál sería el próximo movimiento. Nadie nos estaba
prestando atención, cada persona en su propio mundo paralelo, justo como en el
bar de la otra noche.
-
¿Qué fue eso?-. pregunté, esperaba que al menos
me contara como se le había ocurrido semejante engaño tan bien llevado a cabo.
-
¿qué cosa?-. hizo un gesto de indiferencia sin
dejar de buscar algo en la pantalla de la computadora.
-
Eso, digo…-. No sabía cómo decir todo, ¿Qué tal
si alguien nos escuchaba?-. ¿Cómo supiste de los papeles de los Smith?
-
Sencillo-. Sonrió, parecía que era experto en
engañar personas, ¿acaso era estafador profesional?-. es el apellido más común
del mundo, seguramente tendrá algún cliente con ese nombre que se ha querido
divorciar… no es la gran cosa, aunque debo admitir que he tenido un poco más de
suerte.
Guiñó un ojo y yo sonreí, él sabía que era lo
que hacíamos allí y nadie iba a detenerlo.
Encontramos una carpeta con muchos archivos y
nos metimos en uno que parecía ser una especie de registro.
Inmediatamente, en la pantalla aparecieron
listas, listas y, más listas de nombres. Junto a cada uno de ellos había una
fila más con una dirección y un número que parecía ser el D.N.I.
T-e-r-r-y
A-u-s-t-i-n.
Letra por letra, cada una fue apareciendo en
una pequeña barra de búsqueda.
Nuevamente, las listas aparecieron frente a
nosotros. Había, por lo menos, unos diez mil “Terry Austin” en todo Nueva York.
Por suerte, el número se achicó cuando Eric seleccionó solo el área de
Manhattan, seguramente nos iba a facilitar la búsqueda en Hamilton Heights.
Leímos cada uno, viendo su fecha de nacimiento
y su dirección pero ninguno cuadraba en los pocos datos que teníamos de mi padre.
Apenas logramos seleccionar unos treinta
hombres que, probablemente y con muchísima suerte, podría ser el que nosotros
buscábamos. Tanta farsa y actuación para nada.
-
Al menos sabemos que podría haber dejado
Hamilton Heights.
Eric intentó levantarme el ánimo pero no lo
logró. No lo culpaba, ese era puro merito mío por haber levantado un muro de
ilusión demasiado grande. Tenía que dejar de pensar que con un simple intento
lograría lo que me proponía, encontrar a alguien que podría estar muerto iba a
ser mucho mas difícil de lo que creía y mucho mas, teniendo en cuenta que ni
siquiera conocía algún dato significativo sobre él.
-
Descuida-. Eric acaricio mi hombro para,
nuevamente, intentar levantarme el ánimo-. He visto el archivo y será fácil de
hacker, si lo necesitamos podemos verlo desde nuestras computadoras.
Perfecto, ahora no solo no tenía información de Terry, sino que,
cualquier loco podía ver mi información con el simple hecho de hackear un
archivo de gobierno. “La gran seguridad nacional” apestaba.
Me encanta el capítulo, es tan adsjkhmntrdsdfjsks *-*, espero el siguiente pronto ^^. Me gusta mucho como escribes :D, y la historia esta muy interesante ^^, a ver que pasa
ResponderEliminarBESOS <3