Las cosas sin
explicación.
Esperé que mi abuela se acostara a dormir y
luego Salí por la escalera hacia la terraza. No había recibido ninguno mensaje
de Charlie en todo el día desde la pelea y tenía que contarle de mi nuevo
proyecto de investigación. Además, no pensaba perderme los dibujos animados.
Llegué a la ventana del living de los Power y
golpeé tres veces. Charlie apareció por detrás con el pelo húmedo y cara de
cansado. Era seguro, había estado en el taller, los trabajos mecánicos lo
cansaban más que cualquier otra cosa y siempre se daba una ducha para sacarse
el olor a suciedad que se le pegaba a cualquiera que visitara el taller.
Entré por debajo del vidrio abierto y lo cerré
tras de mí. Tome una de las manzanas de la mesa y me recosté en el sofá para
disfrutar de una buena tanta de caricaturas.
Charlie apareció, luego de secarse sus rulos,
con dos latas de cerveza en la mano. Era extraño que él estuviera con alcohol,
ya que sus padres no lo aprobaban, pero yo sabía que cuando él bebía era para
festejar algo.
-
¿Qué?-. preguntó a la defensiva cuando lo mire
con una ceja alta en plan “¿de dónde ha sacado eso?”-. no es ilegal, soy mayor
de edad.
Era cierto, Charlie podía beber cuanto el
quisiera, y yo también, pero una simple bebida no valía la pena ante un enojo
de sus insoportables padres, que gracias a quien sabe quien, estaba durmiendo
justo en ese preciso momento.
-
Sabes que si tus padres se despiertan justo
ahora me prohibirán la entrada a esta morada de por vida-. Advertí-. Creerán
que te estoy mal influenciando.
-
¿alguna vez me importó lo que crean sobre ti?-.
tenía razón, jamás le había hecho caso a sus progenitores-. Bebe al menos una, no
morirás.
-
De acuerdo-. Abrí la pequeña chapita que hacia
un agujero en la lata-. ¿Qué se celebra?
-
Tengo una cita este viernes, alguien que al
final vale la pena.
-
¿quién es la afortunada?-. Charlie era muy
exigente con las chicas, no le pedía una cita a cualquiera, era lo único que
había heredado de sus padres.
-
Maggie Parker.
Me atragante con mi primer sorbo y casi escupo
todo en su rostro. No podía estar hablando en serio, ¿¡Maggie Parker!? Era la
chica mas arrastrada que conocía y jamás hubiese cumplido con los requisitos de
Charlie, él era de los chicos que buscaban personas reales y sin trastornos
psicológicos (como los míos), definitivamente ella no cubría esos estándares.
-
No puedes hablar en serio-. Recapacité, tal vez
había oído mal-. ¿desde cuando se hablan?
-
Bueno, hace unos meses en clase de francés
descubrimos que teníamos algunas cosas en común y hoy en el taller se pareció
con un poco de café bien caliente, simplemente la he invitado a salir a comer
este viernes.
-
¿Por qué no me habías contado?-. era su mejor
amiga, tenía que contarme cosas como aquellas, después de todo me había dejado
plantada por estar con aquella pelirroja falsa.
-
Supe que si te comentaba, serias capaz de
inventar cualquier excusa cada vez que se cruzaran para crear algún conflicto-.
Me miro con ojos de sermón paternal-. ¿crees que no te conozco?
-
Lo que no puedo creer es que no sepas
diferenciar la gente verdadera de la falsa-. Me pare estupefacta y deje la lata
sobre el borde del sofá-. u, otra cosa que no creo, es que después de tantos
años de verte rechazar una chica tras otra, no me cuentes de una cita con
¿Maggie Parker? Puaj.
-
April, basta-. Puso los ojos en blanco-. Es
otro de tus ataques de rabia por tener un mal día, es suficiente.
-
No Charlie, no es suficiente-. Grité, odiaba que
me callaran-. No es otro día de furia, es un día de peleas.
De pronto se abrió la puerta de la habitación
de sus padres y el señor Power apareció a través del umbral. Al verme gritando
casi le agarra un infarto.
-
¿Qué sucede aquí en nombre de todos los santos?-.
preguntó al oír mis gritos-. Oh, ya veo… Charlie Daniel Power, cuantas veces te
he dicho…
-
Papá, es suficiente-. Interrumpió, y dejo que
el señor Power viera las latas de cerveza.
-
¿es eso lo que creo que es?-. preguntó a punto
de entrar en un colapso nervioso-. Lo sabía, esa chica trae al demonio mismo en
sus venas ¡Cariño! Ven en este instante.
La señora Power tardo unos minutos en aparecer,
pero cuando lo hizo, casi se cae el edificio a pedazos de solo ver su
expresión. Podría decirse que hubiese reaccionado mucho mejor si aquello fuera
la escena de un crimen.
-
April, vete-. Dijo Charlie como un consejo,
pero yo estaba bastante segura que tenía que irme.
-
Lo haré-. Respondí-. Llámame cuando entres en
razón.
-
Por supuesto que no lo hará-. Fastidió su madre
con un tono altanero-. Te prohibo volver a hablar con ella.
-
¡mamá! Por favor-. Al final reacciono Charlie-.
Es suficiente, todos se van, ustedes a su cuarto y no me molestan mas y, April,
vete a casa.
Odiaba que Charlie fuese tan neutral, si yo
hubiese sido él, habría abandonado aquella casa mucho tiempo atrás. Sus padres
eran las personas más insoportables que conocía y varias veces me había peleado
con ellos, pero Charlie era muy diferente. Él creía que la religión era una
completa locura y que la vida por el camino del señor era una completa
payasada, por eso siempre había sido la decepción familiar (y eso que no tenia
hermanos ni nada).
Cerré la puerta de un fuerte golpe y baje las
escaleras hasta salir del edificio, luego rodeé la manzana y regresé a casa,
subiendo por la escalerita que había en un pequeño claro de luz hasta llegar a
mi cuarto. No tenía las llaves de la puerta principal del departamento y mi día
era bastante malo como para arriesgarme a un regaño de Julianna por haberme
escapado, después de todo, no me había pasado nada más peligroso que la
estúpida pelea con los señores Power.
Al llegar, la mañana siguiente, al instituto no
podía creer lo que veía. La camioneta de Charlie en el estacionamiento y, como
era de esperarse, en el asiento del acompañante estaba Maggie con su espantosa
melena y su insufrible sonrisa falsa, intentando mostrar sus “encantos”. Por
supuesto que para mí, no tenía ninguno.
Pasé por al lado, intentando evitar todo
aquello y fui directamente a mi casillero. A medio camino me topé con Eric y
sus pesados libros de matemáticas.
-
hola-. Saludé, con un poco de desgano aunque
sabía que no era justo desahogarme con él.
-
¿Cómo estás?-. Preguntó a modo de saludo
mientras caminábamos hacia algún lado-. ¿has buscado algo de información?
-
No he tenido tiempo-. mentí, la verdad, había
estado con insomnio toda la noche, pero no había investigado absolutamente
nada.
-
Debes hacer algo, no hay tiempo-. ¿de qué
hablaba? Teníamos mucho más que tiempo-. yo he buscado algunas cosas, pero necesito
más.
-
De acuerdo, no desesperes-. Respondí a la
defensiva, no era mí mejor mañana y no dejaría que Eric me la arruinara-.
Buscaré en el periodo libre.
-
Eso espero-. Dijo fríamente y luego se alejó, comenzaba a comprender por
qué era tan amigo de Maggie.
Al sonar la campana para entrar a clases, corrí
hasta el aula de López puesto que sabía que si no llegaba a tiempo, aquel
hombre me agregaría más días de castigo.
Al llegar, todos los pupitres estaban ocupados.
El que yo usaba usualmente, no estaba disponible porque Maggie se había sentado
en él. Era claro que no lo dejaría pasar.
-
Lo siento, pero ese es mi lugar-. Toque su
hombro para que volteara y pudiese verla a los ojos, tenía que saber cuánto la
odiaba-. El tuyo está por allá.
-
Bueno, creo que no hará daño que cambiemos por
un día.
Miré a Charlie, pero él ni siquiera me dirigió
la mirada, seguía ofendido por nuestra discusión de la noche anterior y yo no
pensaba hablarle. Observe el asiento que estaba al fondo, en el que se sentaba
Maggie, y al ver que López estaba ingresando, camine y me senté en él de muy
mala gana.
A mi derecha se ubicó Eric, pero apenas me
habló, era como si me ignorara fuera de las horas de castigo.
De reojo me encargué de observar a Charlie y
Maggie, enviándose mensajes de texto a escondidas de López. Me preguntaba que
le habría hecho aquella terrible bruja a mi mejor amigo, él no solía ser
cariñoso, ni siquiera aparentaba ser el tipo de chicos que tenia novia. Charlie
era, más bien, el típico galán al que todas quieren.
Pasé mis ojos por cada uno de mis compañeros,
pero ninguno tenía alguna característica similar. No podía descubrir porque, de
pronto, Maggie se había interesado en Charlie.
Pero, durante las largas explicaciones de López
sobre lo que era y lo que no era un polinomio, descubrí unas cuantas posibilidades
de su elección.
Nuestros compañeros de curso no valían la pena.
Si no peleaban, eran fumadores o alcohólicos; después estaban los problemáticos
o “potencialmente peligrosos”; luego pasabas por los inadaptados sociales, esos
que no se integraban ni hablaban con nadie; y, para finalizar, estaba Eric, que
no entraba en ninguna de las clasificaciones.
Era el único que parecía estar prestando
atención a López, pero luego de perfeccionar la vista, descubrí que en realidad,
estaba leyendo algunas fotocopias de no sé qué cosa.
Parecía muy concentrado, ese tipo de chico
perfeccionista que pocas veces se encontraba en aquella escuela. Por lo poco
que lo conocía, demostraba ser centrado y serio, todo lo contrario al resto de
los alumnos de matemáticas; no cuadraba en nada con el perfil escolar.
Él era más del estilo de Maggie y además
estaban siempre juntos, pero ahora ella estaba con Charlie y él, leyendo
fotocopias. Totalmente distanciados a lo que acostumbrábamos ver.
Luego de analizar psicológicamente a Maggie,
Charlie y Eric, comencé a ver los puntos físicos. A ella no la veía como la
chica que sale con un mecánico; era delicada, presumida y egocéntrica, en
cambio, Charlie tenía un estilo informal, rebelde y distraído (mas el típico
toque de Don Juan que todas querían probar). Por otro lado, estaba su rostro
potencialmente sexi. Tenía el pelo rubio oscuro ondulado y grandes ojos azules,
con mejillas algo coloradas y dientes blancos y casi completamente derechos. La
mayoría de las jóvenes del instituto cotilleaban en los corredores y era
imposible que no escuchara los comentarios sobre su físico, su perfecto abdomen
y su altura, las tres características que le agregaban el combo de: aspecto
protector.
Y, en el otro extremo, estaba Eric. Alto, flaco
y con marcas de gimnasio o deportista (cada uno hacia sus propias conjeturas),
prolijo y detallista. Tenía un cabello castaño, lacio y corto, con un aspecto
brillante y suave, de esos que invitan a tocarlo. Sus ojos, a pesar de ser marrones,
no dejaban de llamar la atención; tenía unas largas y bien dispersas pestañas
que le daban un contorno exótico, mezclado con una piel algo tostada sin irse a
morena (similar a la mía). Sus labios no llamaban demasiado la atención, pero
eran bien marcados y, ahora que estaba concentrado, los fruncía para demostrar
cuan interesante estaba aquel texto. Definitivamente, era más del tipo de
Maggie que Charlie.
Cuando quise darme cuenta, la campana ya había
sonado y todos los alumnos se estaban yendo hacia el recreo.
No podía creer que hubiese pasado una hora y
media analizando a tres personas. Charlie siempre había pensado que era muy
buena haciéndolo, que lograba centrarme en los rasgos principales de una
persona y, en el noventa por ciento de los casos, funcionaba a la perfección.
Entendía el comportamiento, los gustos y, lo que posiblemente, entretenía o
enojaba a esa persona. Podría decirse que la psicología hubiese sido una muy
buena y productiva carrera para alguien como yo.
Holaa! me ha gustado mucho el capitulo, te deja co la intriga...y me enanta como escribes ,enserio me he enganchado ,tu novela esta genial ¡espero elsiguiente capitulo! .besos :)
ResponderEliminarMuchas gracias! Hoy, cuando tenga un tiempo libre subo el siguiente capitulo!
ResponderEliminar