Cementerio Trinidad.
Llegamos a la puerta de Trinidad, un cementerio
rodeado de viejos edificios algo maltratados por la humedad y el paso del
tiempo. No parecía ser precisamente eso, un cementerio. Era extraño encontrar
tanto espacio si techo en Hamilton Heights.
Las puertas estaban abiertas, dando la
bienvenida a todo visitante. El cielo era gris, hacia frio, el viento no
ayudaba mucho y mis ojos estaban algo llorosos. No podía definir si eran los
nervios, la tristeza o qué, pero me gustaba fingir que el húmedo de mis ojos era
debido al frio que estaba haciendo. Todo el mundo estaba muy abrigado y aunque
nosotros dos no éramos la excepción, lo helado del ambiente calaba en nuestros
huesos más profundos, haciendo que tembláramos en ciertos momentos.
Eric me miro y aunque yo no le estaba prestando
atención, él noto como me estaba sintiendo. Tomo mi mano y la apretó, entonces
yo lo mire y sonreí. “Tranquila” susurro en mi oído, y sentí que un cosquilleo
me recorría completamente.
“Extracto-. Pensé-. Tengo que estar tranquila”.
Entramos y comenzamos a recorrer un pequeño
camino. Había lapidas detrás de nosotros, hacia los costados y en el frente. El
ambiente era tan… tétrico.
Nunca me había sentido así, tal vez porque
jamás había visitado un lugar así. A diferencia de mi, Eric parecía seguro. Era
como si él supiera exactamente a donde ir, que hacer, que buscar.
Volvió a verme y me dirigió una media sonrisa;
luego apretó mi mano una vez más, no la había soltado desde el momento en que entramos
en el cementerio.
Caminamos y caminamos, no sabíamos exactamente qué
era lo que estábamos haciendo allí.
Yo comenzaba a sentirme débil, lentamente era
como si mis defensas se fuesen escondiendo, me sentía abandonada.
Poco a poco, recorrimos cada una de las tumbas.
Ninguna me interesaba, ninguna era la que yo quería.
Llegue a contar tres hombres llamados Terry (sin
mi apellido), otros dos con mi apellido (que no se llamaban Terry), y cuatro
que solo tenían las iniciales “T.A”.
Le pregunte a Eric porque ellos no tenían los
nombres completos y me dijo que eran cosas de la familia. Sinceramente no tenía
muchas ganas de hablar del tema; Eric podía notar eso, no me soltaba la mano y
yo notaba que él me miraba cada cierto intervalo de tiempo, supongo que quería
asegurarse que me encontraba bien.
Una hora y media más tarde, habíamos visto
todas las lapidas de Trinidad, me sentía devastada o no tanto. En realidad no sabía
si quería terminar con todo eso y descubrir que Terry ya no estaba con
nosotros; o continuar, esperanzada de encontrar a mi padre con vida.
Eric y yo nos sentamos en un banco, alejado de
las lapidas. Él aun no soltaba mi mano, y eso me tranquilizaba, porque justo en
ese momento sentía ansiedad. Mi corazón me latía fuerte, mucho más de lo
normal, y mis manos temblaban. ¿Acaso me estaba dando un ataque al corazón?
-
April, estas pálida-. Eric tomo mi rostro con
sus manos, sentía su piel fría en mis mejillas, pero no podía hablar muy bien-.
Estas pálida, vamos que te llevo a casa.
-
Hmm, no… no-. Llegue a musitar, pero cuando me
puse de pie solo pude sentir las manos de Eric en mi cintura.
¿Qué me estaba sucediendo? De pronto había
perdido todo tipo de fuerza, todo rastro de juventud en mi, desapareció en solo
unos segundos.
¿Iba a morir? No quería hacerlo, pero no sabía
que estaba sucediendo, jamás me había pasado.
“¡April!” oí decir a Eric, parecía asustado o
desesperado, no sabía cómo decirlo.
Unas señoras muy abrigadas y vestidas de negro
se acercaron, apenas unos pasos. Luego yo cerré los ojos y me concentré en
sentir aquella caricia que acorría todo mi rostro, era fría y acababa de sentirla justo antes de desvanecerme,
pero ahora quería que nunca acabara.
:'(, pobrecita...
ResponderEliminar