Sinopsis

April Austin no lo ha tenido facil.
Su padre se fue, su madre es alcoholica y vive en un barrio con poco futuro. Sin embargo tiene a Charlie Power, su mejor amigos desde siempre, quien la apoya incondicionalmente.
Pero desde que él sale con Maggie Parker, April se ve en necesitad de un nuevo hombro donde poder descansar.
Entonces aparece Eric Taylor, el guapo y misterioso chico del salon de castigos.
Secretos de la desaparicion de su padre y lecciones de amor irán apareciendo en esta historia.
¿Podrá April vencer los temores de su pasado? ¿Podrá descubrir que sucedio la noche de su quinto cumpleaños? ¿Podrá creer nuevamente en el amor?


sábado, 22 de septiembre de 2012

Capitulo 18



Cementerio Trinidad.
Llegamos a la puerta de Trinidad, un cementerio rodeado de viejos edificios algo maltratados por la humedad y el paso del tiempo. No parecía ser precisamente eso, un cementerio. Era extraño encontrar tanto espacio si techo en Hamilton Heights.
Las puertas estaban abiertas, dando la bienvenida a todo visitante. El cielo era gris, hacia frio, el viento no ayudaba mucho y mis ojos estaban algo llorosos. No podía definir si eran los nervios, la tristeza o qué, pero me gustaba fingir que el húmedo de mis ojos era debido al frio que estaba haciendo. Todo el mundo estaba muy abrigado y aunque nosotros dos no éramos la excepción, lo helado del ambiente calaba en nuestros huesos más profundos, haciendo que tembláramos en ciertos momentos.
Eric me miro y aunque yo no le estaba prestando atención, él noto como me estaba sintiendo. Tomo mi mano y la apretó, entonces yo lo mire y sonreí. “Tranquila” susurro en mi oído, y sentí que un cosquilleo me recorría completamente.
“Extracto-. Pensé-. Tengo que estar tranquila”.
Entramos y comenzamos a recorrer un pequeño camino. Había lapidas detrás de nosotros, hacia los costados y en el frente. El ambiente era tan… tétrico.
Nunca me había sentido así, tal vez porque jamás había visitado un lugar así. A diferencia de mi, Eric parecía seguro. Era como si él supiera exactamente a donde ir, que hacer, que buscar.
Volvió a verme y me dirigió una media sonrisa; luego apretó mi mano una vez más, no la había soltado desde el momento en que entramos en el cementerio.
Caminamos y caminamos, no sabíamos exactamente qué era lo que estábamos haciendo allí.
Yo comenzaba a sentirme débil, lentamente era como si mis defensas se fuesen escondiendo, me sentía abandonada.
Poco a poco, recorrimos cada una de las tumbas. Ninguna me interesaba, ninguna era la que yo quería.
Llegue a contar tres hombres llamados Terry (sin mi apellido), otros dos con mi apellido (que no se llamaban Terry), y cuatro que solo tenían las iniciales “T.A”.
Le pregunte a Eric porque ellos no tenían los nombres completos y me dijo que eran cosas de la familia. Sinceramente no tenía muchas ganas de hablar del tema; Eric podía notar eso, no me soltaba la mano y yo notaba que él me miraba cada cierto intervalo de tiempo, supongo que quería asegurarse que me encontraba bien.
Una hora y media más tarde, habíamos visto todas las lapidas de Trinidad, me sentía devastada o no tanto. En realidad no sabía si quería terminar con todo eso y descubrir que Terry ya no estaba con nosotros; o continuar, esperanzada de encontrar a mi padre con vida.
Eric y yo nos sentamos en un banco, alejado de las lapidas. Él aun no soltaba mi mano, y eso me tranquilizaba, porque justo en ese momento sentía ansiedad. Mi corazón me latía fuerte, mucho más de lo normal, y mis manos temblaban. ¿Acaso me estaba dando un ataque al corazón?
-      April, estas pálida-. Eric tomo mi rostro con sus manos, sentía su piel fría en mis mejillas, pero no podía hablar muy bien-. Estas pálida, vamos que te llevo a casa.
-      Hmm, no… no-. Llegue a musitar, pero cuando me puse de pie solo pude sentir las manos de Eric en mi cintura.
¿Qué me estaba sucediendo? De pronto había perdido todo tipo de fuerza, todo rastro de juventud en mi, desapareció en solo unos segundos.
¿Iba a morir? No quería hacerlo, pero no sabía que estaba sucediendo, jamás me había pasado.
“¡April!” oí decir a Eric, parecía asustado o desesperado, no sabía cómo decirlo.
Unas señoras muy abrigadas y vestidas de negro se acercaron, apenas unos pasos. Luego yo cerré los ojos y me concentré en sentir aquella caricia que acorría todo mi rostro, era fría  y acababa de sentirla justo antes de desvanecerme, pero ahora quería que nunca acabara.

1 comentario: