Nuevos horizontes.
Una semana había pasado y Charlie apenas me
hablaba. De todos modos, tampoco intentaba acercarme.
Creía que eso era una especie de advertencia,
de lo que me esperaba cuando el instituto terminara, lo cual estaba a punto de
pasar en seis meses.
Siempre había sabido que de pronto íbamos a
tener que separarnos y eso era exactamente lo que ambos intentábamos.
Había dedicado mis días exclusivamente a la
búsqueda de Terry y, aunque era algo demasiado extraño para mi vida normal, no
lo había hecho sola.
De repente, Eric se había transformado en mi
amigo, en la persona más confidente que tenía cerca. Aun estaba intentando acostumbrarme a la
idea, e incluso, peleábamos muchísimo más que con Charlie. Éramos verdaderos
opuestos y muy pocas veces estábamos de acuerdo, pero él estaba a mi lado,
ayudándome y eso era lo que importaba.
Entré a la cafetería del instituto con unos
pocos dólares en la mano. Pague por mi almuerzo (carne misteriosa y puré aun
más siniestro), luego tome una botella de Coca Cola y volteé hacia las mesas
para encontrar un lugar que me gustara. Aunque había hecho eso cada día durante
la última semana y media, todavía me parecía extraño no ir junto a Charlie.
Encontré una remota equina en todo el salón,
apenas era visible con tanta gente gritando y comiendo a mis alrededores.
La mesa estaba vacía, y en una punta había
restos de otros almuerzos, pero estaba acostumbrada a lo “rustico”.
Me senté y comencé a revolver la bandeja de
plástico descartable donde estaba mi comida. Realmente no me apetecía
ingerirla, sin mencionar que no tenía mucha motivación para hacerlo. Por donde
se estudiara, era sin duda alguna, el peor alimento en la faz de la tierra.
Eric apareció unos minutos más tarde,
sentándose frente a mí. Llevaba una bandeja igual a la mía, aunque en ella
cargaba una bandeja de ensalada de frutas (había descubierto que Eric era
amante de lo dulce) y un vaso de jugo de naranja.
-
Deberías ser agente del FBI-. Fue lo primero
que dijo cuando apareció.
-
¿Qué?
-
Solo digo, pasé más de quince minutos
buscándote y dudo que alguien nos encuentre aquí-. Bromeó-. ¿acaso no había
algo mas apartado?
-
Lo siento, si quieres podemos ir a la cafetería
de enfrente.
-
Touché-. Me apunto con la cuchara de su
comida-. Por cierto, ¿es necesario que ingieras esas…? bueno, se ven tan mal
que no sé qué demonios son.
-
Carne y puré, nada extraño-. Le dije firme,
siempre cuestionaba mis pedidos en la cafetería-. ¿otra vez piensas obligarme a
pedir ensalada?
-
Solo digo que agua de charco es más saludable
que ESO.
-
Ya, de acuerdo-. Deslicé mi bandeja al frente,
de todos modos no quería probarlo porque él tenía razón, aunque no pensaba
admitirlo-. Luego pediré ensalada.
-
Oh no, tienes que comer algo-. Puse mis ojos en
blanco porque esa discusión era la tercera que teníamos en el día-. Bien, haz
lo que quieras.
-
Perfecto.
Quedamos en silencio, yo no tenía nada más que
decir y, ciertamente, esperaba que él me dijera el motivo de sentarse junto a
mí.
-
De acuerdo, tenemos que hablar antes que me
olvide-. Lo miré, atenta a sus palabras-. Tengo noticias.
Me interesé en la última frase. Luego de
nuestra visita al cementerio Trinidad, Eric había logrado conectarse a la página
que habíamos espiado en el registro de personas. Desde entonces buscábamos
información sobre cada Terry y cada Austin que aparecía. No importaba si no
coincidían, nosotros intentábamos de todo. Sin embargo, hacia unos días que la
investigación estaba trabada.
-
Revisé la lista una vez mas y-. continuo, ante
mi insistencia para que se apurara-.encontré un enlace oculto, porque soy excelente
hacker-. Presumió de sus habilidades-. Era una especie de lista de demandas y aparecía
un tal Terry Austin, tal como lo oyes.
-
¿hablas en serio?-. sonreí.
-
Já, logré que la gran April Austin sonriera,
debo ser bueno…-. Lo miré seria, esperando lo mismo de él pero luego ambos
estallamos en risas-. Ya, solo había una especie de dirección y es cerca de Central
Park.
-
Perfecto, iremos esta tarde.
-
Un momento, no tenemos en que, ¿recuerdas?
-
Si, lo sé-. Pensé un momento, si íbamos en
metro tardaríamos una eternidad y si pedía un taxi, costaría una fortuna-. Le
diré a Charlie.
-
Si claro, porque él aceptará y todo-. Buen
punto, Charlie jamás me prestaría la camioneta, menos si conducía Eric-.
Esperemos hasta mañana ¿sí? será sábado y podemos ir temprano por la mañana.
Acepté porque era lo mejor para los dos. No
quería volver tarde a casa, corría el peligro de dejar a Julianna con Pam que
seguramente aparecería ebria puesto que era viernes.
Cuando el último timbre sonó, Eric y yo salimos
juntos por las escaleras de la entrada. Esperaba encontrar la vieja camioneta
de Charlie en la entrada, esperando por Maggie que se encargaba de arreglarse
en el tocador de damas, pero no fue así. Seguramente ya se habían ido.
A las pocas cuadras de mi casa, Julianna llamo.
Tenía que ir al departamento de Pam a buscar las ultimas boletas de
electricidad, hacía tiempo que no las pagaba.
-
Lo siento-. Le dije a Eric que me había
acompañado a casa-. Pero debo irme a lo de mi madre.
-
Descuida, vamos juntos-. Se encogió de hombros
y seguimos caminando pasando por mi edificio-. Ya casi es de noche, no es bueno
que andes sola.
A veces me molestaba tener alguien que me
cuidara tanto, sentía que ya no tenía tanta libertad como antes, pero al mismo
tiempo, me agradaba tener alguien que se preocupara por lo que hacía.
El cielo estaba algo oscuro cuando llegamos al
departamento de Pam.
En la puerta principal había muchos botones, un
timbre para cada departamento del edificio. Yo había olvidado mi llave, por lo
tanto tuvimos que esperar que ella nos abriera (si es que estaba sobria o lo
suficientemente ebria como para recordar como abrir una puerta).
Esperamos veinte minutos en la planta baja, con
la esperanza que alguien entrara o saliera para que nosotros pudiéramos
ingresar. Estaba a punto de decirle a Eric que eso era todo, cuando una mujer
llego y sacó su llave de un abrigo de imitación de piel, vieja y gastada,
parecía que lo había usado por muchos años. Aun así, se veía mejor que yo que
usaba unos pantalones de jean rotos y una sudadera turquesa con mi mochila del
instituto y una cola de caballo bien larga.
Ella me reconoció al instante, era una de las
muchas personas que habían llamado a mi abuela alguna vez porque encontraban a
Pam desmayada por altas dosis de alcohol, en la recepción del edificio.
-
Disculpe, olvidé mis llaves-. Sonriendo lo más
amablemente posible que pude.
-
Ya veo-. Sonrió ella, haciéndose la superior-.
Cuida que esta jovencita no termine como su madre-. Se dirigió a Eric-. Parece
que ya tiene los mismos síntomas: se olvida la llave…
-
Descuide señora, ella es totalmente diferente.
La señora lanzó un bufido, luego suspiró aun
más fuerte y nos dejo entrar. Eric fue el último en atravesar el umbral de la
puerta.
Nosotros nos fuimos por direcciones diferentes
a la de aquella horrible mujer.
-
¿realmente luzco tan mal?-. pregunté mientras
me veía en el espejo del ascensor; no aprecia estar en tan mal estado y eso que
no llevaba nada de maquillaje.
-
No le prestes atención a esas ancianas, están
celosas de nuestra juventud-. Sonrió Eric, se veía muy bien cuando lo hacía-.
Créeme, luces muy linda.
Ambos miramos en direcciones opuestas, su
comentario había tensionado el aire. Por suerte, la puerta se abrió y nos
distrajimos yendo rumbo a la casa de Pam.
Llegamos a la puerta de madera y di tres golpes
en ella. Nadie respondió, se suponía que Pam ya debía estar bebiendo luego del
trabajo.
-
Mira-. Me dijo Eric apuntando al final de la
puerta, donde se veía un fino hilo de luz-. Ella está en casa.
-
¡Pam abre la puerta!-. golpeé más fuerte que
antes.
Luego se oyó una especie de voz, pero era
apenas audible para entenderla.
-
¡vamos, abre la puerta de una vez!
Oímos un jarrón u objeto de vidrio cayéndose y
fue entonces cuando ambos nos asustamos.
Golpeé casi de manera desesperada e, incluso,
tanteé el picaporte para ver si estaba abierto, pero nada.
Le dejé el espacio a Eric que comenzó a golpear
la puerta con su espalda, intentando abrirla. Luego de diez intentos, seguíamos
iguales. Entonces, entre los dos, nos pusimos de acuerdo y rodeamos el
departamento hasta el final del pasillo, donde había una ventana que llevaba a
un andén de emergencia, como el que había en mi casa. Salimos los dos por allí
y llegamos a la pequeña ventana del baño.
-
Lamento esto-. le dije a Eric que dejo escapar
unas carcajadas cuando encontramos u poco de ropa interior tirada y la ducha
aun mojada, parecía ser que ese cuarto hacía tiempo que no se limpiaba.
Salimos del baño y descubrimos que todo estaba
apagado, la luz que antes habíamos llegado a ver ya no estaba encendida.
Que ha pasado?, quiero el siguiente ya!!
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